Detrás de la columna

Juan Manuel Arévalo Badía

Las trompetas de la muerte

El conflicto entre Israel y Palestina continúa sin atisbos de resolución y enconado hasta el extremo sangriento

Con esta cabecera puede que a alguien que le gusten las setas intuya que esta columna va a estar dedicada a la micología. Pero con los tiempos que corren son otras las trompetas que suenan y no precisamente benignas. Las de Josué, con la intervención de Yahvé, derribaron las murallas de Jericó en su lucha contra los cananeos. Siguiendo la ley de Yahvé, los israelitas mataron a todos los hombres y mujeres de todas las edades, así como a los bueyes, ovejas y burros. Solo Raab, (colaboracionista de Josué) sus padres, hermanos y todos "los que pertenecían a ella" se salvaron. Sea o no verdad, lo que cuenta el Libro de Josué, puesto en cuestión por modernos investigadores histórico y arqueólogos, los métodos parecen estar vigentes. Netanyahu, líder actual del estado israelita y radical exegeta de lo político y religioso continua por la misma senda que sus antecesores apoyado por el sector ultra ortodoxo del judaísmo. Los textos bíblicos son clarividentes: Te convertiré en una gran nación y te bendeciré. Bendeciré a los que te bendigan y a los que te maldigan los maldeciré ((Genesis 12.1.2). La cólera celestial no es una metáfora bíblica en la medida que lo rige una divinidad vengadora. Dios se venga de los suyos debido a sus pecados, pero también venga a los suyos, cuando son objeto de desprecio persecución y violencia. (Nahim 1.2). Los exegetas modernos del judaismo, en lo relativo a la ira y el amor divino, cargan por el descenso general y la negación abierta de la doctrina de la ira divina, puesto que el amor divino tiene como resultado consecuencias catastróficas.

Dejando al margen la teología inspiradora hay otras cuestiones más terrenales. El conflicto entre Israel y Palestina continúa sin atisbos de resolución y enconado hasta el extremo sangriento con un gobierno en Israel encabezado por Netanyahu del que emana un discurso endurecido contra los legítimos derechos de los palestinos. Ariel Sharon, ex primer ministro israelí y por mediación de su secretario Weisglas manifestaba cínicamente: Los palestinos no tendrán un estado propio hasta que se conviertan en finlandeses. La intransigencia hebrea no puede sostener infinitamente la interlocución para la paz, pero para que eso ocurra persisten en la construcción de colonias en tierras que no les pertenecen. Mas de 500.000 colonos en tierras palestinas, (300.000 en Cisjordania y 200.000 en Jerusalén) además del muro de la vergüenza que trocea las tierras palestinas. La perpetua y constante violación del derecho internacional harán imposible la existencia de un estado palestino. El escritor israelí David Grossman manifestaba: “el mensaje de Netanyahu es claro: no habrá paz”. Mientras, las herramientas bíblicas modernizadas convierten a Gaza en un río de sangre indiscriminado, en cuyas riberas la única planta que crecerá es el odio. En esta ocasión, nadie vendrá desde el oeste a parar el genocidio.