Hace muchos años, casi los mismos con los que comienzan los cuentecillos y las leyendas, en los muros del edificio de Hacienda de Jaén realizaron una pintada que me recordaba a las que los ácratas de principio de los setenta hacían en Granada: Hacienda somos “toos”. A estas ocurrencias del hiperrealismo fiscal, tardaron poco en contestarle con otra frase pincelada bajo la anterior: Viva la “tos”.
En estos días, la “toos”, pone en marcha la campaña de la declaración de la renta, con el fin de sustentar el gasto común. Creo que en esta piel de toro llamada España, tenemos claro lo que es “el sentido común”. No tanto, “el sentido de lo común”. Además de los siete pecados capitales españoles a cuya cabeza está la envidia y el individualismo, Díaz Plaja en su libro dedicado a estas cuestiones, a mi entender, más civiles que religiosas, nos dice: Todo español dice estar autorizado a engañar al Estado procurando evadir el pago de los impuestos. Hay que subir mucho en la escala moral de los españoles para encontrar a uno que equipare la trampa hecha al fisco con el apoderarse del dinero ajeno. Apoderarse de un cenicero en una casa, que en todo caso sería un hurto, se considera un robo. Defraudar a la hacienda pública, no. Moral única.
Tiempos pasados en los que me ganaba el pan trabajando para un banco, me asignaron el negociado de avales. Los mas comunes eran los denominados “técnicos”, ante la Hacienda Pública, normalmente prestados a sociedades, para responder del acta de inspección fiscal que era recurrida hasta su resolución por este órgano estatal. Ya me daba cuenta que el resultado final era la reducción del montante en porcentajes más que escandalosos, a los ojos de quien estaba sometido a los impuestos de las rentas de trabajo. Detrás de ello siempre hay un grupo de expertos que ayuda a burlar los controles fiscales, especialistas en encontrar los resquicios que la legislación fiscal contiene y mantiene. De ahí que el ciudadano entienda que no paga más el que más tiene y que Hacienda no somos “toos”. Añadamos que las comunidades autónomas en los que la derecha gobierna han propiciado la eliminación del impuesto de Patrimonio y Sucesiones, pero sobre todo han convencido a la mayoría de la ciudadanía a la que nunca le afectará ninguno de estos dos impuestos por que nunca llegará ni en renta ni en propiedades a los límites marcados para verse afectos a estos impuestos. Los han engañado y además se han dejado engañar, que es peor. Al reducirse las recaudaciones, los servicios públicos, como educación, sanidad, asistencia, etc. se ven reducidos, afectando a los que son sus beneficiarios más directos. Una semana para acceder a una consulta médica primaria. Seguro que les suena. Cierre de unidades escolares, aumento de los precios de los comedores escolares. También le suena ¿Verdad? Sin justicia fiscal, no hay justicia social. Todos estos déficits sociales son justificados atribuyendo al Estado central la falta de aportación de fondos para cubrir las consecuencias de eximir de impuestos a los que más tienen. Impuestos y servicios públicos son la cara de una misma moneda. ¡Ojo con las monedas falsas! Y sobre todo tomemos conciencia y tomen conciencia quienes dirigen el erario publico para que realmente Hacienda seamos “toos”.