Por mucho que queramos innovar, no podemos negar que somos animales de rutinas, costumbres y tradiciones. En las bodas, por ejemplo, pese a que los contrayentes intenten casarse con originalidad, nunca pueden faltar esas alianzas que, debido a su forma circular, significan el infinito. La promesa de amor eterno. Un símbolo del matrimonio que se usa en todo el planeta y cuyo origen no es cristiano como puede parecer sino que se remonta al antiguo Egipto. Por este motivo, resulta curioso que el anillo de compromiso más famoso y caro de la historia sea el que Richard Burton le regaló a Elizabeth Taylor porque se enamoraron mientras rodaban “Cleopatra”. La superproducción en la que estos célebres actores se conocieron y Cupido les lanzó dos flechazos tan certeros que, incluso, en la escena donde Marco Antonio besa apasionadamente a la reina de Egipto, el director gritaba “corten” pero ellos no podían desengancharse y continuaron actuando o, mejor dicho, no actuando. Pues bien, la mencionada alhaja de 33,19 quilates y de una pureza extraordinaria está valorada en 8,8 millones de dolares. Es conocida con el apodo de “diamante Krupp” por haber pertenecido a la esposa de Alfried Krupp, el industrial que ofreció a Hitler la producción de sus fábricas de acero y que juzgaron por crímenes de guerra tras la II Guerra Mundial. Sí, esta fue la razón que más convenció a Richard Burton para adquirir la joya en esa subasta. Al galán de Hollywood le hacía mucha ilusión que ahora la luciera Elizabeth Taylor o, como él la llamaba, “mi linda chica judía”. Una relación con un principio idílico que, sin embargo, estuvo tan salpicada de escándalos y toxicidad que, al final, quedó todo destruido. Bueno, todo excepto, por su dureza y calidad, el diamante Krupp, el anillo de boda.
“El anillo de boda” va a ser, sin duda, el tema más escuchado del último álbum de Revólver llamado “Adictos a la euforia” y lanzado el pasado viernes 10 de febrero. Una canción a lo Springsteen muy emocionante con preciosas transiciones que dura casi siete minutos y que, precisamente, por ponerle un defecto, quizá se eternice demasiado regodeándose en su obra durante los últimos noventa segundos. “Revólver” llevaba sin sacar un disco de estudio desde su “Capitol” en 2017 y se nota que este ha sido muy pensado y trabajado. Se nota, no solo por las letras en las que Carlos Goñi se luce más de lo habitual, sino porque, tras escucharlo, deja en el aire una esencia rockera. La verdad es que yo nunca he sido muy de “Revolver” y, no obstante, me ha convencido esta propuesta setentera, auténtica y directa. Nueve buenos temas entre los que podemos destacar el homónimo al álbum que goza de un punteo-melodía magistral y un final original, el susurro descarnado de “Esta guerra tuya y mía”, “Desde que no estás aquí” que consigue atraparme, una balada convencional como “El otoño está al caer” en la que demuestran que son grandes dominadores del tempo y la curiosa versión adaptada al español del clásico de Robert Palmer, “Johnny and Mary”. Me hubiera gustado mucho meter en esta lista la canción “Al infierno sin papeles” porque sería muy chula si no existiera ese órgano hortera tipo película de “Sor Citroen” en la parte que hay que llorar. De todas formas, insisto en que se trata de un trabajo discográfico bastante lúcido donde Goñi vuelve a contar con Javier Vela a las cuerdas, David Sanz a los teclados y Miguel Giner a la batería. Además, en “Adictos a la Euforia”, “Revólver” consigue desembarazarse de la melancolía que suele reinar en sus textos aunque no tanto del tono nostálgico de su obra puesto que son muchos años los que lleva ya Carlos Goñi componiendo con esas secuencias de acordes que tan grandes resultados le ha dado y, como sabéis, por mucho que queramos innovar, no podemos negar que somos animales de rutinas, costumbres y tradiciones.