Queramos o no queramos, España no se rompe. “Qué mosca española te habrá picado para andar por esos mundos buscando mentiras escuálidas cuando el mismo Platón duerme en tu casa”, sostiene uno de los erráticos personajes de Juan Benet en ‘Nunca llegarás a nada’. Jaén asistió a un puente festivo-turístico de la Constitución-Inmaculada rebosante de despreocupado consumismo. Los tres reyes magos impostados/importados del centro comercial -Comprar, Gastar y Malgastar-, adorando al hijo del dios dinero. Lleno. ¡Llena! Jaranafilia, dice mi prima. Amnistiados, hastiados, inmunizados, todos, de proclamas apocalípticas, nos dimos una tregua en el enfrentamiento fratricida entre federalistas y unionistas, sumandos y dividendos, españoles de bien y malnacidos separatistas, hasta extasiarnos conjuntamente contemplando esa mariposita prenavideña que vuela al tuntún, desprendiéndose de escamas, de bar en bar, de tienda en tienda, del teatro a la iglesia, de Úbeda a Cazorla, de Alcalá a Graná, de Andújar a Córdoba, del Jaén Plaza al Nevada Shopping. Ni echando más leña al fuego arde, en forma de hacha, la tea de 45 años de obsolescencia constitucional desprogramada. Incluso con el brasero en ascuas, no hay tufo que asfixie una convivencia de ventanas abiertas. La vigencia de aquella cita atribuida a Otto von Bismarck sobre la España irrompible: “La nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido”. O el saludable remedio, siquiera sea temporal, que Oscar Wilde pone en boca de Dorian Gray: “No hable de cosas horribles. Si uno no habla de una cosa es como si no hubiese ocurrido”. Una semana, desde el puente, acaparando olvidos que, en realidad, sólo fueron un compás de espera, un receso, un desahogo, un espejismo, una engañifa. Visto y no visto. Estabilidad anticiclónica, suben las temperaturas, retomamos la laboriosa recolección de la aceituna, la encolerizada disputa entre las Españas retornará a su punto de máxima ebullición…
La renovación del Consejo General del Poder Judicial, recomiende lo que recomiende el comisario europeo Reynders, sigue antojándose quimérica. El PP se pertrecha en su mayoría en el Senado para desarrollar una oposición aznarianamente implacable. Alberto Núñez Feijóo, mirando de reojo al PP andaluz -¡Pobre Elías Bendodo que estás en los cielos!-, incorpora al incombustible Javier Arenas al núcleo duro de ‘Génova 13’, asignándole la secretaría general del grupo parlamentario en la Cámara Alta. Los tres senadores populares de Jaén ya saben a qué atenerse: Cuqui Márquez, portavoz en la Comisión de Medio Ambiente; Mariola Aranda, vicepresidenta primera en la de Igualdad; y Javier Bermúdez, vicepresidente primero en Turismo e Industria. Nada nuevo bajo el sol. Tercer descarrilamiento de trenes en el tramo ‘Atocha-Recoletos’, en apenas ocho días. Para el usuario jiennense de este servicio ferroviario de media distancia, que va/viene a/de Madrid, las alternativas habilitadas complejizan aún más su idoneidad. El galimatías, a corto plazo -de cercanías a Chamartín y Villaverde bajo-, tendrá un efecto disuasorio. Uno de Jaén, endémico o diaspórico, de cara a la inminente Navidad, desde luego, mayor inri y menos tren todavía. Isabel Díaz Ayuso, a propósito, acusa a Pedro Sánchez de “despreocupación por el cercanías” y el ministro del ramo, Óscar Puente, escudero del presidente entre vías e investiduras, le respondía: “Céntrate, presidenta, en construir líneas de metro sin derribar las casas de nadie”. Vuelta a las andadas y a las desandadas. Otro hospital privado, en ciernes, en la ciudad de Jaén. La sanidad privada es un gran negocio, una inversión segura, el negocio del momento. La celeridad, que no garantiza el sistema público, se cotiza al alza tanto en hospitalización como en consulta especializada. Del ‘Jaén Salud’ al ‘Metropolitano’, de ‘Adeslas’ a ‘Quirón’, sin olvidar el histórico ‘Cristo Rey’. La vulnerabilidad interiorizada, a que nos condenan las listas de espera, genera entre el vulgo la necesidad imperiosa de hacerse un seguro privado de salud. Por eso, se impone como regalo navideño recurrente. “Regale ahora salud, regale vida, regáleselo, porque quizás mañana sea tarde”. A una paisana, funcionaria de un importante ayuntamiento de la provincia, caso verídico, el seguro privado la salvó de la quema, a decir de sus terapeutas privados. Semanas después de someterse a una urgente intervención de oncología ginecológica, recibía la citación de pruebas prequirúrgicas del SAS. Llegan tarde, en tanto en cuanto crece exponencialmente la externalización concertada por parte de la Consejería de Salud. Somos materia, números, estadística crematística, carne de cañón al peso, presión asistencial que avergonzaría a cualquier keynesiano sin intereses creados. “¡Viva la libertad, carajo!” gritaría en el escenario del mitin Javier Milei ante una eufórica Cayetana Álvarez de Toledo. Podemos, sin ministerios, abandona el grupo parlamentario de Sumar, recolocándose donde le corresponde antes de las Elecciones Europeas del 9 de junio. Hoy, 10 de diciembre, se celebra el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un horizonte ético y jurídico para la humanidad, bajo el lema: “Dignidad, libertad y justicia para todos”. ¿Gaza somos todos? Erik Domínguez, presidente del PP de Jaén, escasas horas más tarde de congratularse públicamente en sus redes sociales por el inicio del ‘Hanukkah’ judío, en ‘X’: “Flipo con la cantidad de antisemitas que hay por ahí. Es poner uno algo amable sobre su credo y aparecen idiotas (de todos los géneros) por todos sitios. La verdad, me da pena y, al mismo tiempo, me preocupa, sobre todo por el mundo que vivirán nuestros hijos. #ShabatShalom”. Paz, en la guerra. Paz de sábado. Paz de sepulcros blanqueados. Paz de puente. Un compás de espera, un receso, un desahogo, un espejismo, una engañifa. Visto y no visto.