Si nos atenemos a los lugares donde la tierra resulta más cara, en Champaña una hectárea cuesta como mínimo un millón de euros, pudiendo superar los 2 millones de euros en algunos casos, especialmente en las zona de , Côte des Blancs o las Montañas de Reims; en España, en la zona del Ejido se han llegado a pagar para la instalación de invernaderos más de 400 mil euros por una hectárea con agua, aunque en zonas tropicales de la Península Ibérica, en algunos casos, para la plantación de leñosos tropicales, cultivo que requiere unas circunstancias excepcionales, se ha llegado a pagar hasta casi 300 mil euros, en extremas circunstancias.
Por países, el que mayor valor oficial de la tierra ostenta es Japón, donde una hectárea genérica de cultivo tiene un precio medio para el pasado año de más de 250 mil euros. En Europa este récord medio lo tiene Holanda, cuyo valor oficial de la tierra supera los casi 70 mil euros.
Centrándonos en las personas que en mayor medida ostentan terrenos en el planeta, estos en mayor medida son determinados aristócratas cuyo patrimonio ha sido gradualmente engordado, aun cuando procede en gran parte del pasado, entre 26 de ellos, poseen casi 32 millones de km cuadrados, o dicho de otro modo, el 22 por ciento de tierra firme del planeta, pertenece tan solo a 26 personas, no obstante como países, los mayores ostentores de tierras de cultivo son el Estado Ruso con más de 17 millones de km cuadrados, el estado chino con más de 10, y los Estados Unidos de América, con algo más de 3 millones de km cuadrados, aunque la mayor finca en tamaño del planeta se encuentra en Australia, Anne Creek Station, y cuenta con 112 mil km cuadrados, siendo la segunda, otra localizada en el estado de Pará, Brasil, con 70 mil km cuadrados.
No obstante en los últimos 20 años el precio de la tierra de forma promedio a nivel internacional se ha incrementado en más del 120 por cien, todo ello ha sido debido a los desplomes de determinadas instituciones financieras, escándalos que dejaron a familias enteras sin garantías ante una pérdida de valor de activos no inmuebles, e incluso recientemente, por ejemplo, por la caída del bitcoin como valor alternativo a los activos inmobiliarios o pecuniarios oficiales.
Todo ello ha hecho que la tierra agrícola, que como se ha dicho anteriormente solo supone el 3 por ciento del total de superficie del planeta, sea un bien deseado, y objeto de interés por instituciones, tanto privadas como públicas que encuentran en ello un patrón valor razonable como mantenimiento de riqueza, no en vano, El Vaticano ostenta más de 700 mil km cuadrados de tierras como valor patrimonial activo, como ejemplo.
Juan Vilar
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