Hasta hace bien poco, si oía el nombre ‘Gisele’, inmediatamente mi cerebro lo autocompletaba con el apellido Bündchen. Y lo acompañaba con la imagen mental de la modelo en la pasarela de Victoria’s Secret, con sus piernas infinitas, su contoneo y curvas de diosa, con las plumas al viento, y, un pelo, que si lo tuviera yo, seguro que no luciría tan maravilloso. Todas querríamos ser esa Gisele.
De un tiempo a esta parte, cuando oigo el nombre Gisele, mi estómago se encoje, siento un poco de angustia, y mi mente lo autocompleta con el apellido Pelicot. Gisele Pelicot tiene el aspecto de cualquier señora que te puedas encontrar en la parada del autobús, o en el mercadillo, o ser la señora que está delante de ti en la Cabalgata de Reyes con sus nietos. O una compañera de mi madre en la Universidad para Mayores, o la madre de cualquier amiga mía…
Gisele Pelicot ha sido violada durante más de 10 años por su marido y sus invitados. Curiosamente no era suficiente con la vejación, este monsieur grababa los encuentros. ¿Qué sensación de total impunidad debía tener para, no solo cometer un delito, sino tener la ocurrencia de grabarlo? ¿Qué necesidad? Desde luego que ninguna física, me da que ese cerebro entró en putrefacción hace años. Los mismos hombres que no tuvieron pudor en ser grabados mientras violaban, ahora aparecen encapuchados, o se tapan el rostro cuando acuden al juicio. “La vergüenza tiene que cambiar de bando”, y así entra nuestra Gisele con la cara descubierta, no es ella quien tiene que sentir vergüenza.
Ahora Francia se plantea cambiar el código penal e incluir el consentimiento explícito, algo como el “solo sí es sí” de aquí. Hay quien condena estas leyes. Me mata oír el típico chascarrillo de “a ver si voy a tener que firmar antes de darle un beso”. Probablemente el que hace esa bromita no piensa el motivo por el que se plantean estos cambios legislativos. Os recomiendo el documental “No estás sola: la lucha contra la manada”. No hace falta ser mujer para verlo, solo tener un mínimo aprecio a alguna mujer en tu vida: tu madre, tu pareja, tu hija… Porque todas podríamos ser esta Gisele.
PS: Para las personas que programan música en esta ciudad y no se les ocurren mujeres, me permito recomendar a Ángela Hoodoo, Rocío Guzmán y Lorelei Green.
Ángela Hoodoo (aquí con Susan Santos):
Rocío Guzmán (de nuestra tierra, que acaba de estrenar disco):
Lorelei Green (no me puede gustar más este vídeo):