Hijas de Lilith

María Guadaña

La música como alimento

Lo mismo que no irías a cualquier restaurante, no permitas que el alimento de tus oídos (y de todo tu cerebro) sea de baja calidad

Quizás no sepas que el 80% de la información sensorial que llega a tu cerebro es a través del oído. Además, la música genera la mayor actividad cerebral posible, poniendo en funcionamiento áreas tan dispares como la funcional, la emocional o la conductual.

Al igual que se diferencia entre la artesanía y el arte, él/la músico profesional se diferencia porque estudia, ensaya, se esfuerza, y, como un atleta, su entrenamiento es diario, constante y progresivo. Aclaro que no hay nada de malo en el entretenimiento hedonista, nada infame en disfrutar de una canción de ritmo básico y festero, por supuesto que no, pero no confundas música con artesanía musical.



Paco de Lucía estudiaba 8 horas al día, para el Concierto de Aranjuez llegó a estudiar 12 diarias. ¿Alguna vez has ido a un concierto y se oía regular? Pues pregunta al técnico o la técnica de sonido. Su preparación previa puede hacer sonar una banda a gloria o a infierno. Igual un promotor puede hacer de un festival una experiencia inolvidable o una pesadilla en primera persona. Mi conclusión es que respetemos a los profesionales, respetemos el trabajo bien hecho, no convirtamos las canciones en comida rápida de usar y tirar. Me parece increíble que 15 euros por un concierto nos parezca caro y una entrada para el fútbol supere los 50 sin pudor. Reconozcamos la entrega y dedicación de aquellos que son guardianes de nuestro presente musical pues será la herencia social de los que han de venir.

Un detalle: el nervio vago nace en el tronco cerebral justo detrás de las orejas, y lo conecta con casi todos los órganos del cuerpo, desde el corazón hasta el final del intestino grueso. Este nervio influye en el descanso, la frecuencia cardíaca y la respiración. Está demostrado que el nervio vago varía en función de los estímulos que le llegan del oído, como si de un masaje se tratara. Cuídate, no masajees tu sistema nervioso con cualquier tonada. Si “somos lo que comemos”, elijamos qué escuchamos, porque la música afecta al cerebro, a las emociones e incluso a los recuerdos. Lo mismo que no irías a cualquier restaurante, no permitas que el alimento de tus oídos (y de todo tu cerebro) sea de baja calidad. Escoge bien.

PS: Para las personas que programan rock en esta ciudad y no se les ocurren mujeres, me permito recomendar a La Perra Blanco, Maika Makovski y el dúo Bala.