"Era costumbre en los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor." Esto es el inicio del conocido “Manifiesto de los persas", piedra de toque del sector más retrógrado de la España constitucional de 1812 y que supuso el preámbulo de la restauración de Fernando VII en el poder y la brutal represión sobre los liberales que llevó a cabo. No creo que la historia se repita por norma pero sí existen paralelismos.
Me acuerdo lejanamente (aunque no he podido dar con el dato debido a la premura inherente al desastre que soy a la hora de entregar la columna) de algún emperador, califa o rey bárbaro que cuando le tocaban los bemoles se retiraba a una villa a las afueras y esperaba la peregrinación de los estamentos para que le rogaran volver. ¿Les suena? No presumo de conocer las causas del retiro espiritual de ida y vuelta de nuestro presidente. Puede ser verdad que esté asqueado de una situación en la que tiene su parte de culpa . Sólo puedo hablar de lo que he visto. Y no me ha gustado. El sentimentalismo se ha impuesto a la razón. Las romerías al pensamiento sosegado. Nuestro presidente se ha autoungido como salvador de una situación de la que él mismo es responsable al menos en parte: Pedro I “Soter” El uroboros. La política de Juan Palomo. Y de paso echamos gasolina al fuego. No está de más recordar que quien resucitó a Puigdemont que ya lo confundían con un bedel en las instituciones europeas fue él y de paso dar un soplo a las ascuas de los discursos extremistas de uno y otro lado. Habló de “fachosfera “ (un término impropio de su cargo) y ahí metió a todo el que no comulgaba con él. Por otro lado si quería contribuir a un apaciguamiento no sé cómo nombra a Óscar Puente, un hooligan. Ahora la democracia es la aclamación popular al estilo de Franco en la plaza de Oriente. Y para colmo (ahora que está muerto y poco va a protestar) se apropia de las palabras del gran Umberto Eco, un autor que defendió las humanidades, que dudo muy mucho que estuviera a favor del mal llamado “lenguaje inclusivo” , que nos avisó del peligro de las redes y que creía en una educación basada en el esfuerzo y en el conocimiento. Piensen en nuestro sistema educativo: pues justamente lo contrario.