La chapa

Carlos Oya

Comisión

¿Para qué sirve una comisión parlamentaria? Ya se lo digo yo. Para nada

¿Para qué sirve una comisión parlamentaria? Ya se lo digo yo. Para nada. Bueno sí, para despilfarrar el dinero del erario público. ¿Qué alcance tienen sus conclusiones? Ninguno. “Esto no es América” como cantaban los “Desperados” y aquí quien desafine con la voz de su amo no sale en la foto. Porque además no va a haber una comisión sobre la corrupción en la compra de mascarillas sino dos. Una que no sirva para nada y otra por si la pierden. Los bustos parlantes dietófagos se sentarán, leerán su soflama y trincarán. Quizá alguno de los comparecientes, aficionado a “Ley y orden” se acoja la “quinta merienda”. Descrean. Tanto al gobierno como a la oposición la verdad se la trufa. Lo que se busca es la imagen de determinadas figuras en el estrado como Ayuso o la mujer de Pedro Sánchez según sea el Congreso o el Senado. La foto, el “gif”, el “meme”. Positiva que algo queda. Que tenga o no que ver con el asunto es algo meramente circunstancial .No otra es la función de estas abominaciones burocráticas. Según una famosa teoría hay seis grados de separación entre dos desconocidos y si te pones a hilar se puede citar al “sursum corda”. Yo he venido aquí a enfangar, las conclusiones serán inútiles y no unánimes. Sabemos el resultado de las votaciones antes de la primera sesión y para éste viaje no necesitamos estas alforjas. Es un paripé, una farsa, una pantomima, un vodevil de provincias, una ópera bufa de pedanía, un sainete, una “sit com” sin gracia con risas enlatadas, una estampa digna de “Los disparates” de Goya, una astracanada, un esperpento, una mala película que sabemos cómo termina desde los primeros cinco minutos y por la que hemos pasado por taquilla. Una pérdida de tiempo y de dinero. Una vergüenza. Mejor dicho, dos.