De muchos es conocido el término “esperpento” acuñado por el “cráneo privilegiado” de Valle Inclán .Un género que deforma la realidad a lo grotesco y absurdo para retratar la esencia de la sociedad española. Lo curioso es que muchas veces no es necesaria tal “licencia poética” para que un esperpento se muestre en todo su esplendor, a veces sólo con encender la tele lo tenemos ahí. Le das al interruptor, salen Bolaños y Ayuso y la vergüenza ajena se extiende por tu sala de estar como una miasma. A veces dos no se pelean si uno no quiere. El problema es cuando los dos quieren pelearse, buscar la imagen, quedar por encima de. Una vez más nuestros políticos nos hacen sonrojar. Pero no voy a ser equidistante. Todos tienen la culpa pero algunos tienen más culpa que otros. El ministro Bolaños debería haber pasado olímpicamente del asunto. Pero la temporada preelectoral altera a los políticos como la primavera a los jóvenes así que entró en una refriega innecesaria. Felipe VI le podría haber dado unas clases de cómo salvar el tipo y quedar como un señor cuando un gobierno autonómico no puede verte ni en pintura. Ahora, de ahí que una jefa de protocolo transmutada en portera de discoteca coja del brazo a un ministro de España y le impida subir a la tribuna de autoridades con la consiguiente humillación pública hay una diferencia cualitativa. Si a eso le sumamos que el ministro Bolaños tiene aspecto juvenil y escasa estatura parecía que la “segurata” de protocolo le estaba pidiendo el D.N.I o no le dejaba entrar en la “discoteque” por llevar calcetines blancos. El pobre Bolaños no pasará a la historia como su jefe, “el hombre que exhumó a Franco”, (palabras del mismo Sánchez según cuenta Máximo Huerta alias Maxim I “el breve’) sino como “ese ministro al que una señora tiraba de la manga”. Ya es un icono instalado en el inconsciente colectivo del país marcado a hierro candente. Pobrecillo. Como Ayuso en vez de seguidores tiene creyentes y como tal para ellos es infalible como el Papa no le faltarán defensores. Pero lo de la excusa del protocolo ya es de sainete donde si a lo mejor se seguía la letra (aunque ahora se ha abierto un debate bizantino sobre el tema) se traicionaba el espíritu y a uno le puede car bien, mal o regular Bolaños pero es un ministro y esa institución está jerárquicamente por encima del alcalde, la presidenta autonómica y por supuesto el líder de la oposición. Y con todo ¿no está el protocolo para saltárselo? Seguro que si hubiera aparecido Nacho Cano y su berrinche, perdón, Malinche los asesores, protocolos, proctólogos y la guardia pretoriana le hubieran franqueado el camino como un nuevo Moisés ante el Mar Rojo. Ya sabemos que para Ayuso Madrid es “España dentro de España”, una frase digna de un libro de física cuántica, pero sus desplantes a las instituciones nacionales que nos representan a todos son calcaditas a los separatistas. Lo que es, es.