La chapa

Carlos Oya

La gravedad de la nada

Todo plumilla se ha volcado estos días en glosar de una u otra manera la nada. Un acontecimiento nada, valga la redundancia, extraordinario. Una ruptura...

 La gravedad de la nada

Shakira.

Todo plumilla se ha volcado estos días en glosar de una u otra manera la nada. Un acontecimiento nada, valga la redundancia, extraordinario. Una ruptura sentimental y una mujer despechada han hecho correr no ríos sino océanos de tinta, millones de, kilobytes,megabytes,billobytes… para desarrollar la oquedad. El vacío y la estupidez atraen columnas (incluida ésta), influencers, sicofantes de tercera regional, memos, memas y memes. Todo lo cual intensifica a nivel exponencial la atracción gravitatoria hacia la nada a la que se van acoplando con mayor rapidez y en mayor cantidad tweets, Instagram, descargas de spotify, visionados de YouTube, Tik Tok, Kit Kat y demás ambrosías de chocolate. Llega un momento en el cual el sistema colapsa y crea un agujero negro que se come todo este material y quedará de manera testimonial de tal astro de vacuidad un chiste sobre un Twingo. Pero la frivolidad no desaparece, sólo se transforma, continuamente se genera y desaparece pues el panorama informativo necesita siempre de un vacío por no llamarlo idiotez al que empapelar con apostillas, notas a pie de página, anexos, alguna coda y apócrifos varios que superpuestos como finas hojas de hojaldre o láminas de papel albal realcen lo banal. Se utilizan instrumentos de semiótica, se contratan siquiatras especializados en lenguaje corporal, se pone la canción al revés en busca de algún mensaje satánico. Se memoriza la tonada como una aleya del Corán, se le buscan significados ocultos desde el hermetismo y la cábala. Nervioso, el respetable consulta su móvil como los griegos a la pitia de Delfos esperando que la sacerdotisa morosa se vea enajenada de nuevo por el despecho y nos deleite con un nuevo oráculo acompañado de un alumno aventajado de Chimo Bayo al melotrón. Todo lo demás se ha parado o sencillamente dejado de existir. Ni Ucrania, ni Davos, ni Constantino de Grecia, ni las muertes en Perú, ni la revuelta bolsonarista. Todos los dilemas tradicionales morales empalidecen desde “Ser o no ser “ hasta «¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?» ante una más profunda cuestión que atribula ahora a la humanidad :«¿Tú eres Casio o Rolex?».