La chapa

Carlos Oya

Cruzada

Bienvenidos a la era de la comunicación con menos que comunicar. Wasaps a go go, sin tildes, diéresis, puntuación y eso si no cuelan una falta de ortografía...

 Cruzada

Foto: EXTRA JAÉN

Redes sociales.

Bienvenidos a la era de la comunicación con menos que comunicar. Wasaps a go go, sin tildes, diéresis, puntuación y eso si no cuelan una falta de ortografía de muy señor mío. Interrogaciones y admiraciones con un solo signo al final no sea que se nos produzca una luxación en la muñeca. Emojis, arrobas, “XD”, “LOL”, “MILF”... un todólogo tertuliano resume o cree resumir la física cuántica en los 280 caracteres de un tweet. En la misma plataforma un político, que aún joven se ha cortado la coleta, se autocita continuamente en un ejercicio de solipsismo revolucionario. Y además anglicismos innecesarios a “tutiplein”. Que si “timming”, “trending topic”, “phising”, “clickbait”, “crush”, “woke”, “spoiler” “blockbuster”... Ante esto unos amigos y un servidor adictos a las causas perdidas tales como los partidos de centro, los tirantes y la celebración de los santos hemos creado una lista de palabras en proceso de extinción y ya la hemos presentado a la U. N. E. S. C. O. para que la incluya en el catálogo de patrimonio inmaterial junto al flamenco en España, la cerveza belga o el teatro de marionetas indonesio.

Pues no podemos permitir que caigan en el olvido términos insustituibles como “doblabragas “, “petrimete”, “pazguato” o “indocumentado”. Otrosí para “dabuten” o “fetén”. Ya apenas se escucha “Hurra” cuando te ponen el café como lo has pedido. Una “pilingui” es una “pilingui” y no se la puede nombrar de otra manera. “Darle a la sin hueso” puede tener un significado equívoco pero es darle a la lengua. Metan morcillas en sus conversaciones a diestro y siniestro. “Maribel, me sulivellas de lo emperifollada que vienes hoy”, “Lárgame un cilindrín y de paso dame lumbre”.

Gambitero, ganapán, delineante. Palabras maravillosas que están cogiendo polvo deben ser rescatadas del olvido e insuflarles nueva vida integrándolas en nuestras conversaciones habituales. Biscúter, trébede, piscolabis, aguamanil, guateque… Por cada maravilla que rescatemos de la mazmorra de las palabras perdidas propongo ingresar otra u otras que merezcan el olvido por motivos propios y apunto unas cuantas: “sinergias”, “eso no, lo siguiente”, “multiculturalidad”, “universidad de la calle” o “crecimiento personal”. A tales engendros del infierno los combatiremos introduciendo en nuestras conversaciones vengan o no vengan al caso “meapilas”, “piba”, “melón”, “sátrapa”, “tuercebotas”, “rascatripas”, “empecinado”... Esto es una cruzada y “Dios lo quiere”.