Año nuevo, propósitos de siempre. Admitiendo que mi relación con la televisión estándar se limita a lo que pone el camarero en el aparato mientras me tomo el café, alucino con el simposio que se marcan los programas matutinos sobre los vanguardistas propósitos de los españoles en el año nuevo, dos principalmente, a saber: ir al gimnasio y aprender idiomas. Veinte minutos y seguían dando la matraca conectando y devolviendo la conexión a toda una telaraña de becarios extendida por los distintos gimnasios y academias de esta piel de toro. Pero lo que ha sacado otra vez (y van…) al grinch que hay en mí es cierta colaboradora, tertuliana, adláter (la misma que una vez en furibunda crítica al rey Juan Carlos confundía Emiratos Árabes con Arabia Saudí, espero que los reyes le traigan un atlas) que a la pregunta de marras contesta “Pues mi propósito es reír más”. Uno de mis aforismos favoritos (ya no sé si se Liechtberg o La Rochefoucauld) dice “No hay que esperar a ser feliz para reír porque si no puedes morir sin haber reído”. Pero de ahí a que uno establezca una fecha concreta para que a partir de ahí reír más sin saber lo que le va a deparar el año en ciernes me parece absurdo a menos que se aficione al oxígeno nitroso o que se ponga “Atraco a la 3” en bucle 24 horas party people. Dijo el maestro Yoda “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”, a lo que añado de mi cosecha “y hazlo ahora pues con todo ya vas tarde”. No hay que esperar al 1 de enero, la lluvia de las Perseidas, las fiestas de San Marcos o que te lo diga Arguiñano. Miren si es malo lo de dejar las cosas para mañana que ha dado lugar a la palabra más fea de la lengua castellana en 2022 (al nivel de “resiliencia” o la abominable perífrasis “poner en valor”): “Procrastinar”, que mi cerebro reptiliano asocia a “castrar” e instintivamente cada vez que la escucho me llevo las manos a la huevada. "Ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto: soy un fue, y un será, y un es cansado”. Hagan caso a Quevedo (al bueno, no al del ALIEXPRESS) y no procastiinen oigan, no procastiinen.
Carlos Oya
La chapaPropósitos y despropósitos
Año nuevo, propósitos de siempre. Admitiendo que mi relación con la televisión estándar se limita a lo que pone el camarero en el aparato mientras me tomo el ca
Foto: EXTRA JAÉN
2023