Hace unos meses asistimos al “revival” de un grupo por el que siento escasa simpatía, me refiero a “La polla records” (sic) en general y a su “front man”, el inefable Evaristo en particular quien durante un tiempo tuvo a bien darnos la paliza con opiniones sobre lo divino y lo humano sacadas directamente del más rancio catecismo comunista (un dato para sus defensores: se codeaba con Van Morrison, Clapton y Bosé en el club negacionista de la pandemia). El punk era un movimiento volátil por definición que “sensu stricto” fue pergeñado premeditadamente por el maquiavélico Malcon Mac Laren. De ahí que un punk de más de 60 años estirando el chicle con argumentos de panfleto de los setenta directamente desde linotipia y cobrando más de 50 napos por entrada a sus directos anti-sistema me parece hasta cierto punto conservador. Todo lo contrario que Ramón Tamames. Ríos de tinta se han vertido sobre las causas de su inaudita moción de censura. Que si evolución ideológica, que es una táctica trilera para atacar a VOX (no olviden que no pertenece a tal partido y va a hablar a título personal, escribo esto en la mañana del 21 de marzo sin información alguna del congreso ni de si ha subido el pan tras la intervención del famoso economista) o simple vanidad. Para mí Tamames en cambio ha abrazado el punk prístino. ¿O no me dirán que es un auténtico acto de rebeldía que un señor de 84 años se postule como presidente? Es verdad que líderes políticos alcanzan la longevidad en el ejercicio del poder (Buteflika, Castro, Franco…) lo que sorprende es la bisoñez en tales lides del candidato. Ese ir contra lo establecido es lo que lo hermana con el punk (bueno, eso y tintarse el pelo). Frente a una sociedad que deposita a sus viejos en residencias como la basura en un contenedor, que sólo cuenta con ellos a la hora de pedirles el voto y en fin que son olvidados digitalmente tanto por entidades privadas como por la administración Ramón Tamames ya se ha ceñido el pañuelo kamikaze a la perola. Y es que en la mayoría de los medios, aunque no de modo directo, se ha insinuado la vejez cuando no directamente la chochez como principal “hándicap” del candidato. Les recuerdo que José Luis Sampedro, Francisco Nieva, Ernst Jünger o Francisco Ayala frisaron el siglo (o directamente lo superaron en el caso de los dos últimos) con la cabeza bastante bien amueblada. Así que no sé lo que soltará Don Ramón por su boca, pero tal desfachatez, “cagarse en el convento”, cuestionar el paradigma, este “a mí me la sopla” cuenta con cierta simpatía por mi parte. Además no dudo que se convierta en un ejemplo a seguir entre la senectud. Se empieza presentando una moción de censura al gobierno y se termina con la Seguridad Social cogiéndote el teléfono.
Ramón Tamames.