Monarquía viene del griego (monos= uno, arkhe= poder) y es un concepto que quien más o quien menos se encuentra familiarizado por su fobias, sus filias o su indiferencia. Pero si hablamos de diarquía igual piensan que les estoy hablando en esperanto o en la misma lengua de Mordor que “no osaré utilizar aquí” y es normal pues es un término muy específico de la Historia de la Antigüedad y sólo ligado a una época de Esparta. Siguiendo la línea de pensamiento que abría esta columna si monarquía significa “Uno tiene el poder” no hay que hacer una ecuación diferencial para llegar a la conclusión de que “diarquía” significa “El poder lo tienen dos”. Al parecer y al menos durante un tiempo Esparta fue gobernada por dos reyes cada un perteneciente a sendas familias aristocráticas. Todo esto viene al caso de que aunque la monarquía (por defecto hereditaria aunque hubo monarquías electivas pero nunca por el pueblo, en todo caso la ceremonia de la aclamación terminaba por darle la legitimidad del vulgo) en abstracto, separada de las circunstancias de cada caso, tiempo y lugar es un sistema político que repugna a la razón y aún con eso yo me considero súbdito no de una, ni de dos, sino de tres coronas. La primera impepinable, Elvis. A Elvis todo que sí. La segunda Jack Kirby “The King” , el rey de los cómics ( sobre todo Marvel) que revolucionó los 60 con “ Los 4 Fantásticos”, “Los Vengadores” y más aunque yo me quede con “Thor” ,pocas veces se ha visto tanta majestuosidad en un tebeo si quitamos a Hal Foster y su “Príncipe Valiente”. Y el tercero: Stephen King. Stephen King me ha acompañado desde mi infancia. Mi madre, gran lectora (aparte de ser Grande en general), me introdujo en la lectura y en el terror y las novelas policiacas en particular (con 12 o 13 años devoraba las obras de Agatha Christie por docenas gracias a la surtida biblioteca de mi casa). Que un niño en estos días lea ya es un triunfo pero a veces cuando me enseñan lo que leen...salvando Harry Potter y cuatro cosas más se tragan cada truño de la denominada “literatura juvenil” donde más que sacarlos de la realidad les meten más en ella ( amores de instituto, la redención del novio cani, etc…) mientras que cuando uno era un chavalín buscaba la evasión pura y dura en un escarabajo de oro, bajo 20.000 leguas de viaje submarino o en un siniestro pueblo llamado Salem’s Lot . Algo debe de quedar de ese niño pues sigue buscándola. Con el señor King sucede un caso como el de Ibáñez pero hipostasiado al orbe terráqueo: todo el mundo lo conoce. Quien más, quien menos ha tenido contacto con su obra sino con los libros con alguna de sus innumerables adaptaciones a otros medios. Con Stephen King, al igual que con los mortadelos, mi generación echó los dientes. Ya empieza a reconocérsele no como un gran escritor de género sino como un gran escritor a secas. ¿Qué tal si a quienes corresponda enmiendan la cagada de Ibáñez y le dan el premio “Princesa de Asturias” al Rey del terror? Así de paso el premio se queda en la nobleza.
Carlos Oya
La chapaTres reyes
¿Qué tal si a quienes corresponda enmiendan la cagada de Ibáñez y le dan el premio “Princesa de Asturias” al Rey del terror?