A finales de año, paseando por el centro de Jaén, mi nieto de 8 años, que reside lejos, me dijo: “abuelo, en Jaén hay muchos viejos, casi no hay niños”. Fue como si hubiera descorrido una cortina, harto de leer artículos e interpretar gráficas sobre despoblación y envejecimiento, la realidad estaba a la vista en la calle. Como si el flautista de Hamelín se hubiera llevado a los niños del centro de Jaén. Desde entonces, tal que un encuestador visual del INE, no paro de observar lo que mi mente se negaba a ver. Crees que no envejeces porque no observas contrastes con la gente de la que te rodeas, pues envejecen contigo a la vez. Como los mastines que nacen entre ovejas y se creen ovejas.
Los barrios más modernos, aún con niños, no dejan de vivir un espejismo, pues al final el flautista robaniños se los terminará llevando cuando lleguen a la edad laboral, a un lugar sin retorno.
Desde 2010 la provincia perdió 43.000 personas, de los que casi 5.000 eran de la capital, 825 habitantes lo fueron en 2021. La tendencia es más que evidente, ya tenemos la misma población en la ciudad de Jaén que en 2001, sería una irresponsabilidad negarla o mirar para otro lado. Tenemos que adaptarnos a la nueva situación, al decrecimiento. El crecimiento económico no necesariamente mejora la vida de la gente, la mejora poner la economía al servicio de los vecinos y vecinas. Hay que distinguir entre crecimiento y desarrollo, el decrecimiento no tiene porqué significar un freno al desarrollo.
La intención era hablar del casco antiguo que se vació en beneficio de los barrios de la periferia, produciéndose el conocido efecto Donut, el vacío interior, algo que también nos ocurre a otra escala con la España vaciada.
Bien, por la rehabilitación de los edificios singulares (Baños del Naranjo, San Miguel, Solar de Santiago, Santo Domingo….), sin duda son precisos pues ponen en valor nuestro patrimonio, aumentan la autoestima, generan actividad turística y con ello flujo de gente, más comercio y seguridad. Pero no basta, son precisas medidas adicionales para fijar y atraer población: Centros educativos y sanitarios de calidad, garantizar la movilidad y seguridad. Propiciar el establecimiento de comercios y actividades de emprendimiento y sobre todo garantizar la habitabilidad, para lo que se precisa programas de rehabilitación para acabar con la infravivienda. Para eso debemos consensuar un proyecto, un modelo para el casco antiguo, aceptado por todas las fuerzas políticas y las administraciones. Tienen que querer todos, incluso los que cabalgan sobre el No permanente.
Me acusaréis de ingenuo pero me resisto a aceptar el permanente enfrentamiento, el No a todo.
Salud.