La tirilla

Santiago Donaire

Un cuento verídico

Por estas fechas colgábamos el babi de rayas azules y nos íbamos al pueblo, viajábamos en los negros y pestosos taxis piratas, atestados de gente, los niños...

Por estas fechas colgábamos el babi de rayas azules y nos íbamos al pueblo, viajábamos en los negros y pestosos taxis piratas, atestados de gente, los niños sobre las rodillas de los mayores. Enfilada la sinuosa carretera, curva para aquí, curva para allá, sube y baja, pega botes, dejando su chorro de humo negro. Un niño vomita, otro después, déjame la toalla que ahora voy yo, la señora con la caja de Mari Toñi no tardó en acompañarlos, ¡madre mía que habrá comido! Lo que faltaba, ahora nos para la pareja de la guardia civil, con su capa y el tricornio de charol, el máuser al hombro, barba de días, enjutos y con cara de poco amigos. ¡los papeles! La cara del taxista es un poema, casi tanto como el taxi por dentro. Reanudamos el viaje, ya estamos cerca, vemos el cartel: “Viajero contemple esta vista, al fondo Castillo de Locubín”, para contemplar vistas que íbamos.
Cuando por fin para en Casa Justi, salimos corriendo, sorteando mulos cargados de sacos de aceituna, mujeres con cántaros a la cintura, niñas con cantarillos, abuelas enlutadas y encorvadas. Tardaríamos años en conocer la injusticia de la desigualdad de los papeles asignados a los sexos. Por cierto siempre me gustaron las cántaras, tan sinuosas y suaves por el uso, a veces enlañadas.
Buscamos al chacho Francisco para que nos lleve a ver su nido de ruchos voladores que tiene en la alamea (alameda le dicen en los Escolapios, les corregí varias veces, pero estos curas no aprenden). A ver si ahora tenemos más suerte que en el verano, cuando estuvimos días enteros apostados sin hacer ruido, para no espantarlos. Pues ahora igual, sin noticias de los borricos voladores, solo el tosco nido allí arriba.
Otros año sin verlos, tampoco se creen en los Escolapios lo del nido de mi chacho, sin duda son unos indocumentados. Dice mi chacho, que los Reyes Magos este año se han modernizado y han cargado los regalos sobre los ruchos, por eso no están. Que con los camellos y mulas iban muy lentos y que copiaron de Papa Noel, que va sobre un trineo con renos voladores, así que los Magos de oriente, hicieron una reata con los ruchos voladores, mucho mejor, más rápido, donde va a parar.
Ron, ron, ron, con la zambomba, plas, plas, plas la pandereta, rin, rin, rin con la botella de anís, la que mata el gusanillo por las mañanas: En el portal de Belén, han entrado los ratones y al pobre de San José le han roío los calzones…
Os deseo salud, paz y progreso para hoy y para siempre, que os cuidéis, dedicar tiempo y atenciones a vuestros niños y mayores, no dejéis de pelear por un mundo mejor, más justo, para los de aquí y los de fuera, para todos y todas. Un fuerte abrazo.
No lo dudéis existen los ruchos voladores, casi los vi.
Salud.