Bueno, bueno... pues ya estoy en casa. Digo, ya estaba en casa, he pasado toda la Navidad en casa, pero he vuelto a casa. “No te puedo comprender, corazón loco... Cómo se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco.” Como cantaba Machín. Me siento en casa en dos lugares a la vez y sí, debo de estar loco. La cuestión es que he dejado mi hogar con gran pesar, muy animado, para volver a mi hogar pletórico de alegría y sumido en la tristeza. Quizá por eso me he estado tocando la huevada a dos manos durante todos los festejos y de ahí que no se publicara nada, claro. Como excusa me vale.
Tampoco es que haya estado vegetando todas las fiestas, escribir he escrito de sobra, pero el Bizarro me ha pisado toda la narrativa en su última columna. Yo también he flipado con el tema del jolgorio jiennense y con el micro Las Vegas de Bernabé Soriano. Un momento, esa comparación no es justa, la ciudad de Las Vegas suele estar más limpia, mucho más limpia, no hay tantos locales comerciales vacíos entre casino y casino, multan a la hamburguesería del payaso si encuentran restos de sus envases en la vía pública y hay, gracias a Rock, bares de danza exótica. Magaluf, Bernabé Soriano es más un micro Magaluf. Eso sí, con más ropa de marca “made in China”, flamenquito de temporada y el alumbrado sí que podría competir con el de Las Vegas. No me gustaría recibir esa factura de Endesa, no. Lo de los altavoces, al contrario que al Carlos, a mí me dan ambiente, me ponen en situación. Tanto me han puesto en situación que, yo que he parado en casa de mi Seña Madre, sita en Los Jardincillos, no nos ha faltado espíritu navideño en todo el mes. He pagado el puto Apple Music en diciembre para nada y he podido disfrutar del “Burrito sabanero”, “Last Christmas” y demás implícitos durante tres semanas “for free” e ininterrumpidamente. Yo creo que la peña no conoce las recopilaciones de los Croones para Navidad o a Pepa Flores, al Bernal, a Mijares o al puto Parchís, si no te mola lo guiri. No cuesta mucho echar una horica de listas en el Spoty. Idea para el año que viene, de gratis. De nada.
No me estoy quejando, ni de coña, sin moverme del centro histórico me he topado con mi biografía completa, bandasonorizada, porque todo kiski andaba por allí en algún momento. Bien, me alegro, que no tengo yo los pies como para dar muchos pateos. Check. Ademas, yo soy muy del centro y por debajo de la antigua estación de Renfe ya es Linares o Espeluy, eso es asíns. El broche de oro lo ha dado el Fin de Año del Canal Sur en Jaén, a tope. Se conoce que estaban al tanto de que estaría por ahí. Gracias, todo un detalle. No había mucha peña en la Plaza de Santa María, no, no mucha siendo Fin de Año, pero tampoco me extrañó. Los jienneses somos así, gatunos, esquivos, no apreciamos las caricias si no las suplicamos, y aún así. Nos gusta más la idea de que nos quieran, que que nos quieran. Nos gusta más la imagen de tener un tranvía que tenerlo. Somos así, un paraíso interior, muy interior, introspectivo. Sufrimos de una autoimagen hidalguísima, infanzona, que nos perjudica con un sentido del ridículo exagerado, el cual nos priva de disfrutar de la lozanía de la espontaneidad y el vulgar gracejo. Porque eso sí, ni en Viena he visto yo peña que se esforzara tanto en ataviarse a la última, sea eso lo que fuere, y con todo detalle y dedicación. ¡Qué digo yo Viena, ni en Milán! Las calles de Jaén son una pasarela en la semana de la moda de París, me he sentido muy punky. Todo el mundo va muy guapo y muy juvenil. Ya hablaré de eso. De hecho un día me subí a cierto barrio solo para disfrutar de gente en chándal, para descansar.
Pero que todo muy bien, he estado muy a gusto. Relajado, claro, porque ya no tengo edad, pero todo muy bien. En esta ocasión lo que más he disfrutado ha sido el mercado de abastos. De verdad, no sabéis lo que tenéis. Horas paseando por él solo para disfrutar de los aromas, de la frescura, de la abundancia y de la gente. Creo que es mi lugar favorito de Jaén, y además te puedes tomar una birra, o dos.