Este sábado se celebró el “día internacional de la mujer”, la conmemoración antes conocida como el “día internacional de la mujer trabajadora”. ¡Eah! A lo Prince, en un par de años se queda en el símbolo, ya verás. Han eliminado el requisito de trabajar para ser celebrada. Una decisión muy acertada, la verdad, ya que en el caso contrario la mayoría de las que encabezan las procesiones moradas quedarían excluidas. ¡Es broma! Todo el mundo que haya estado en la playa sabrá que en los chiringuitos se curra a saco, y en esta ceremonia institucionalizada hay más chiringos que en las playas de Benidorm y Chipiona juntas. ¡Es broma! Todos sabemos de la ardua tarea, por favor. Los talleres de perreo feminista y chocolate terapia no se organizan solos. ¡Carajo, ni que los puntos morados surgieran como hongos! Eso hay que pintarlo, posiblemente un tipo del ayuntamiento, pero hay que pintarlo y, lo más importante, hay que tener la idea. Ojo.
¡Nah! En realidad, yo considero fundamental el recordarnos activa y públicamente un día al año cuestiones como el que, hasta no hace mucho, las mujeres no disfrutaban totalmente de la igualdad de derechos, sobre todo para no olvidar y así evitar que la historia se repita. Igualmente para ser conscientes de que en otros países del planeta éso aún no es así, e intentar hacer algo al respecto. No sé, algo como no justificar que a las mujeres se las tape como a los loros en las jaulas, algo a nuestro humilde alcance, nada fuera de nuestras escasas posibilidades como simples votantes. O por ejemplo, no tragar con el abuso que de nuestra empatía hacen uso eses chiringuiteres a los que no les tiembla el pulso si tienen que devolver a la mujer a la edad media con tal de seguir viviendo a cuerpo de rey, o simplemente salirse con la suya y llevar la razón, sí o sí, como las cuñadas que son. Porque se habla mucho de cuñados, pero cuñadas hay a porrón y no se sabe cuáles son peores. Todos tenemos cuñadas y cuñados, no digo más. De todas formas yo también celebro este día en favor de mis presentes y mis antepasadas porque quiero verlas libres, aunque solas y borrachas volviendo a casa no, mientras yo pueda hacer algo al respecto, que para eso estoy, para velar por ellas aún a causa de mi integridad, claro, es que eso es así. El futuro es mujer, sin mujer no hay futuro. No cabe duda. Estoy segurísimo de que si todos los tíos desapareciésemos de la noche a la mañana, con la tecnología actual, ya encontrarían ellas la forma de salir adelante y prosperar. En el caso contrario solo imagino escenarios apocalípticos a lo Mad Max y mucho a tomar por el culo, mucha Grecia pos apocalíptica, mucha almorrana en esa hecatombe se puede predecir y poca prosperidad.
Eso no quita, mi afinidad hacia las mujeres, que no sea consciente del discurso institucionalizado terriblemente pernicioso que está oficializado y altamente aceptado, desgraciadamente, por la mayoría de la población occidental: la infalibilidad de la mujer. Lo que los pobres “Incels” llaman el efecto “seres de luz”. En parte llevan razón esos lamentables, el feminismo radical ha elevado a la mujer a la categoría angelical, privándola así del camino del héroe, de la redención y del crecimiento moral y espiritual. El feminismo radical quiere conservar a la mujer en un estado infantilizado y perpetuamente dependiente, al igual que el patriarcado se esforzaba en mantener. El feminismo radical no es más que un cambio de amo, nada tiene de libertador, ya que no respeta las elecciones personales, salvo peculiaridades étnicas a las que les bailan el agua en pos de no ser tildadas de racistas, y sostiene un modelo único de mujer, el adecuado a su régimen y siempre en occidente, evidentemente. La mujer no es un grupo monolítico al igual que el hombre tampoco lo es. Me resulta curioso que lo que para el patriarcado era la virginidad, para el feminismo radical es ahora la promiscuidad, una cuestión sacrosanta. Lo que para el patriarcado era el matrimonio sumiso y ad aeternum, para el feminismo radical es la individualidad extrema, la ausencia de compromiso o el poliamor. Lo que para el patriarcado era una plétora de hijos e hijas, para el feminismo radical es... gatos, en la mayoría de los casos. Perdón, es así. Etc... El feminismo radical es un patriarcado girado ciento ochenta grados. El patriarcado siempre está sostenido por alguna institución religiosa, es fundamental; el abuso y la sumisión deben de estar legados por mandamientos suprahumanos e irracionales o no prosperan en el sentido común, en la estricta lógica no hay lugar para argumentos emocionales. Al feminismo radical le ocurre los mismo, tiene ese tufo a misticismo sectario, donde las auto erigidas sacerdotisas supremas se clavan puñales por la espalda en beneficio partidista de su propio culto; olvidando, si es que alguna vez estuvieron en su mirilla de atención, al objeto de su reivindicación y a su bienestar y tutela. Sin ir más lejos, no dejan de negar la biología y cualquier método científico que se enfrente directamente a sus mandamientos. Irónicamente al igual que hizo el patriarcado, insisto. Por ejemplo, a la neurosis se le llamaba histeria, del griego hystera, útero, negando así que un hombre no pudiese sufrir de neurosis. Si yo te contara. Lo dicho, un simple cambio de amo. No se debe comulgar con ruedas de molino.
El ser humano es imperfecto, mucho. El hombre es imperfecto, la mujer es imperfecta. Privar a alguno de los dos sexos de esa cualidad, de esa realidad, es condenarlo a no enfrentar dicha imperfección y, por lo tanto, a la ausencia de realización. No somos lo mismo pero pertenecemos a la misma especie y, al igual que yo no soy lo mismo que mi hermano, eso no nos impide caminar juntos siempre que se puede y se quiere. Hay que querer. Se ama mejor cuando se asumen las imperfecciones y se integran. El amor de un niño a sus padres es idílico, solo cuaja cuando se entiende que son tan humanos como tú y, al contrario, en el mejor de los casos.
Pero qué sabré yo que no tengo ni puta idea. El caso es que hay que seguir celebrando el día antes conocido como “el día de la mujer trabajadora”, no vaya a ser que se nos olvide con tanto oportunismo por todos lados. Siempre está bien eso de celebrar un avance, siempre. También es sabio observar que esa manifestación de regocijo no se transmute en horda furiosa. Eso también. En el “arte de la guerra” de Sun Tzu podemos leer, traducido, claro: “Conoce a tu enemigo, conócete tú”. La única forma de conocer es horizontal, por supuesto, aunque reconozco que la ventaja en batalla está en la altura. Añado esta cita por las más beligerantes. De nada. No me gusta reconocer guerra alguna en estas cuestiones, pero la paz es cuestión de ambos litigantes. La paz unilateral es claudicación, que no es horizontalidad y no es el germen del conocimiento. Sin conocimiento no hay entendimiento y sin entendimiento jamás existe la paz. ¡Ojo al ladrillaco que me marco sin ni puta idea! Soy un cuñado de puta madre, VIP luxur platino plus espalda plateada. O no, ni puta idea.
P.D.: He de disculparme con mis tres o cuatro lectores porque no he publicado en varias semanas. Vacaciones y eso, el coñazo de viajar y las sobrevaloradas experiencias nuevas y ese puto empeño implantado artificialmente de salir de la jodida zona de confort. Puta sociedad de consumo, con lo a gusto que está uno en su casa con sus cervecitas y escribiendo, me cago en todo. Puto coñazo de aeropuertos y pasaportes y su puta madre. La sociedad de consumo, esa pájara, sin ésa poco feminismo habría, también es verdad. Pero ese es otro tema, para otro día.
P.P.D.: Por primera vez, en uno de esos putos viajes, he comido en un restaurante vegano. Ya sé lo que siente un caballo en cada comida, cada día, hasta el fin de su existencia. La vida es perversamente injusta. Pero como soy muy respetuoso he creado una lista de insultos y exabruptos para veganos, en señal de paz. Aquí va:
– Mijo de fruta.
– Me cago en tus huertos.
– Membrillo.
– Gilimoyas.
– Tonto del nabo.
– Polla soja.
– Iota.
– Mis cogollos morenos.
– Lechuguino.
– Cabróncoli.
– Tonto del haba.
– Maricoll.
– Chocholoco, para los veganos de Cádiz.
– Tu pulpa madre.
Sojabrón. Y ya está, suficiente.