Tener orgullo es un sentimiento de satisfacción que cualquier persona puede albergar. Sentimos orgullo por los que somos, lo que hacemos o decimos, por cómo lo hacemos o expresamos. Y aunque es un sentimiento que nos enraíza en nuestra historia, en nuestra propia vida, que nos impulsa a seguir siendo lo que somos, individual y colectivamente, no siempre es percibido y vivido así. Algunas personas lo tienen más fácil que otras y las hay que ocultan su orgullo o se sienten rechazadas por quienes no entienden que la vida tiene muchos pinceles, colores, texturas y matices.
Dentro de unos días celebraremos en nuestra provincia el Orgullo LGTBIQA+, y con el lema Jaén pierde aceite se organizan una serie de actividades sociales, reivindicativas y festivas, en las que se reúnen diferentes colectivos para ofrecer un espacio de libertad, de respeto y de positividad.
Estoy muy orgullosa de que mi provincia muestre una imagen tan jaenera, con una expresión tan provocativa, tan de aquí como la de Jaén pierde aceite y más aún sabiendo que Zahara, mi hija, es su pregonera.
Ella siempre encontró en estos colectivos un lugar lleno de libertad, de confianza, de atención, una casa donde hay una escucha considerada y sin valoraciones. Un espacio con una cuidadosa y amable mirada en la que sentirse aceptada, querida, respetada.
Desde la organización del evento la vieron más como una aliada que como una de las personas integrante de este orgullo y fue ella la que les reconoció que también pertenece al colectivo bisexual y que se siente muy feliz siendo la encargada de pregonar este acto. Tal vez, el que sus conciertos sean lugares protegidos para mostrarse tal cual son las personas que en él participan, tanto en el escenario, como en el público, haya ayudado a elegirla, tal vez sea porque lleva la bandera de su tierra como una identidad más.
Festejar el orgullo es ser consciente de que es un movimiento imparable hacia la defensa de los derechos de identidad, de diversidad, es hacerlo con la fuerza y la alegría que dasaber que estos no son negociables.
El orgullo es necesario para dar visibilidad a estas personas y colectivos y hacerlo con un enfoque más inclusivo.
Celebrar el orgullo en Jaén nos hace mejores y ayuda a que esta provincia sea más hermosa, más bonita, más libre, más rica. Me siento muy orgullosa de que la bandera arcoíris ondee en nuestra provincia, de que se celebre Jaén pierde Aceite y de que Zahara, mi hija, sea su pregonera.