Pasa el tiempo y lejos de cicatrizar, la brecha generacional que existe en nuestro país no deja de ser más profunda. No lo digo yo. Lo dicen los datos. En este caso, me refiero a la brecha de la riqueza.
Hace unos días, leía una información en el diario digital El Confidencial sobre el nuevo informe de FEDEA, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, acerca del reparto de los impuestos y las prestaciones entre los hogares españoles. Muchos datos, muchos números. Sin embargo, entre todos ellos, destacaban que la carga de impuestos y cotizaciones que soportan los hogares jóvenes multiplica por 2 la de los mayores. Para entenderlo, explicaban, en el año 2021, el pago de impuestos de los hogares encabezados por un joven de entre 17 y 30 años crecía hasta el 38,5% de sus ingresos. Esto supone que Casi cuatro de cada 10 euros de ingresos se fueron a pagar impuestos y cotizaciones sociales. Por el contrario, los hogares cuyo cabeza tenía una persona entre 65 y 85 años tuvieron una carga fiscal de 8.600 euros.
Este es un dato revelador de la situación que sufren, que sufrimos, los jóvenes en este país. No es el único, lamentablemente. Hace ya un tiempo el Banco de España certificó que los jóvenes no pueden comprar una casa. Según sus datos, tan sólo el 36% tiene una vivienda en propiedad. Puestos a caer. También desciende la natalidad. Lo hace a mínimos históricos. Y no, no se trata de “hijofobia”, como escribía algún medio o como a veces se escucha por la calle. Quienes lo crean no se han enterado de nada. No va de querer, sino de poder. Y mientras tanto nuestro presidente hablando de “fachosfera” y la oposición entrando al trapo