Mediodía en la provincia de Jaén

Andrés Medina

La niebla entre el palacio y la plaza

Opinión de Andrés Medina


Entre finales del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI, Francesco Guicciardini, escribía en su libro “Ricordi”… (tomo aquí prestada la traducción del filósofo Nuccio Ordine de su magnífico libro Clásicos para la vida) “No te asombre que no se tenga noticia de los hechos del pasado pues, bien mirado no se tiene noticia fidedigna de los presentes. A menudo, en efecto, una niebla espesísima o un muro de enorme grosor, que el ojo humano no puede traspasar, se halla entre el palacio y la plaza, y tanto sabe el pueblo de lo que hace quien gobierna y de la razón por la que lo hace, como de lo que se hace en la India” El autor reflexiona sobre la “niebla” que se interpone entre la plaza y el palacio, símbolos del misterio que rodea las sedes donde se detenta y ejerce el poder, inaccesible a los gobernados que querrían entender desde fuera lo que de verdad sucede en su interior. Pero este “no saber” no depende de la distancia temporal de los hechos, ni de cercanía o lejanía de estos. Más bien se trata de la imposibilidad de penetrar en las sedes donde se ejerce el poder, porque siempre hay una “niebla” o un “muro” que no deja ver más allá.

Han pasado casi cinco siglos y la situación actual parece similar a la de aquellos tiempos. Nos encontramos envueltos en una espesa “niebla” formada, a veces, por una inundación informativa que impide atisbar la verdad, otras veces simplemente ocultándola. Pero al mismo tiempo esa “niebla” también opaca la vista a los habitantes del palacio, toda vez que parece que los temas que les preocupan a los habitantes de la plaza, les pasan desapercibidos o no se encuentran entre las prioridades de aquellos que detentan el poder, no sólo políticos, sino también a quienes detentan el poder económico. Es por ello por lo que, por un lado, mientras parte de los habitantes de la plaza piensan que los habitantes del palacio no les representan, otros se están polarizando en torno a relatos de su grupo, sin cuestionar los hechos, buscando exacerbar las diferencias, más que buscar los puntos en común, a través del diálogo constructivo, incluso a costa de dejarse girones de su armadura en busca del consenso y el acuerdo. Todo ello para no salirse del guion del grupo, donde el propio grupo, la masa, es la mejor armadura de protección. ¿Podemos decir hoy, a siglos de distancia, que la niebla entre el palacio y la plaza se ha disipado o se ha vuelto más densa? Piénsenlo y respóndanse ustedes mismos?