Ortega y Gasset al hablar de la España invertebrada se refería a la falta de un proyecto social y político integrador en nuestro país, hace ahora un siglo (habría que preguntarse cuánto hemos avanzado, al respecto, desde entonces). Pero no se nos escapa que esa falta de cohesión viene, casi siempre, ligada a una deficiente vertebración territorial. Ha sido uno de los grandes problemas históricos de este país y continúa siéndolo en nuestra tierra, en Jaén.
El antiguo Reino de Jaén, fruto de la conquista cristiana de la zona a partir del siglo XII, era un territorio bastante más pequeño que la actual provincia del mismo nombre, algo más de ocho mil kilómetros cuadrados. Los límites actuales proceden de la división territorial por provincias llevada a cabo por Javier de Burgos en 1.833. Fue entonces cuando la Sierra de Segura, que durante siglos había pertenecido al Reino de Murcia, pasó al de Jaén.
Ignoro qué pensarían los serranos de entonces del cambio, aunque, supongo, la mayoría de ellos demasiado ocupados en sobrevivir, ni se enterarían. Además, cuán mínimo sería el quehacer de las administraciones que es conocida la respuesta de los segureños en las Relaciones Topográficas de Felipe II, en 1.575, que manifiestan no pertenecer a Murcia, ni a Granada, Andalucía o Toledo, aunque, finalmente, reconocen que “...en Cortes, Murcia habla por nosotros”.
Doscientos años después, los segureños sí tienen ya claro que pertenecen a alguien, a Jaén. Aunque esté lejos y perciban ser jiennenses de segunda. Aunque la vertebración territorial continúe siendo una quimera. El último episodio es el nuevo parón en las obras de la autovía. Cuando creíamos que por fin dejábamos atrás nuestro secular aislamiento, contemplamos con estupor cómo la vía de comunicación no tiene visos de llegar a la comarca, al menos, a corto plazo. Nuestro sueño de abrirnos definitivamente a Andalucía y las tierras levantinas queda, una vez más, en suspenso. Ahora que ya ha avanzado por la Loma hasta Villacarrillo y Villanueva del Arzobispo, antiguas tierras del Adelantamiento de Cazorla, del Arzobispado de Toledo, ¿Quién va a levantar la voz por nosotros?