En esta provincia merecemos una clase dirigente que no haga del interés general una moneda de cambio para conseguir cuotas de poder en el escenario político local.
Jaén merece representantes y líderes que se comprometan de verdad en superar esta interminable historia de abandono público e indolencia colectiva.
Quienes abanderaron en las últimas elecciones municipales el sentimiento de inconformismo contra esa tradición, la de aceptar con resignación la condición de ser los últimos de la fila, aparecían entonces como los garantes de una forma distinta de hacer política.
Sin un sello ideológico que los situara en la clásica división entre derecha e izquierda; preocupados sólo por la necesidad de que los poderes del Estado, o de la Comunidad Autónoma, dieran al fin respuestas positivas y reales a las necesidades de los jienenses.
Pero esa aparente neutralidad desapareció al aterrizar en las instituciones. El mensaje principalmente identitario y territorial con el que obtuvieron un notable respaldo electoral desapareció rápidamente, revelándose la inclinación claramente conservadora de quienes dirigen esta joven formación política.
El partido que surgió de una demanda social justificada, pero transversal y sin un sello politizado a piori, se posicionó muy pronto como el mejor aliado del Partido Popular, predestinado a cambiar la mayoría de gobierno del ayuntamiento de Jaén.
Fue a la primera negociación por la investidura, cuando unos aprendices de políticos, reconvertidos a concejales, hicieron valer el peso de una minoría, decisiva y determinante, para inclinar –sin las necesarias explicaciones a la ciudadanía- la balanza en favor de un Regidor Popular.
Desde entonces estamos esperando las pruebas sobre la utilidad e inteligencia de aquella decisión. Deseamos conocer, y beneficiarnos si cabe, de alguna de las incontables medidas que se negociaron en aquella alianza de partidos, “hermanos” desde un punto de vista ideológico.
Pero a estas alturas de la legislatura municipal, sólo hemos visto, una vez más, promesas y más promesas de un futuro incierto.
De aquel pacto municipal solo atisbo el riesgo de que, en un futuro no muy lejano, quieres reclamaban un trato mejor para la provincia sólo consigan ser abducidos por el hermano mayor.