Ha sido una Semana Santa diferente por varias razones. Es como si la naturaleza nos hubiera querido mandar un mensaje y de repente se ha puesto a resetearse sola. Hacia tanto tiempo que no veíamos y escuchábamos llover así. Una sensación maravillosa despertarte en la madrugada y oír llover. Nuestros pantanos, que se agotaban irremediablemente, se han vuelto a cubrir de agua, nuestros olivos sonríen y nos muestran sus mejores verdes, esos que no vestían desde hace años. Todo esto unido a un contraste de emociones extraño por esas manifestaciones de fe que los cristianos no hemos podido expresar debido a la lluvia y que ha hecho que muchas personas no pudieran vivir estos días de lluvia como lo que de verdad han significado, el maná del cielo que va a ayudar a la provincia después de unos años secos y oscuros a tener la posibilidad de un año distinto por la cosecha y por el agua del que vamos a disponer.
¿Sabéis otra cosa que ha hecho distinta esta Semana Santa? El gesto del Papa Francisco este Jueves Santo, ha lavado los pies a 12 mujeres, ningún hombre ¡que discriminación!
A mi me produce mucha ternura ver como este anciano cansado lucha contra viento y marea por traer a la Iglesia al siglo XXI, pero me parece que no le va a dar tiempo. Él ha lavado los pies a 12 mujeres, pero me gustaría tener el dato de cuantas mujeres han participado en el mundo entero en el rito del lavatorio, seguro que no va a ser paritario. Lo que sí sé, es el dato de cuantas mujeres han oficiado la misa del Jueves Santo en el mundo entero, ese si os lo puedo dar, ninguna.
Las mujeres del siglo XXI cada vez nos sentimos menos representadas dentro de la Iglesia y cada vez la necesitamos menos para vivir nuestra fe. La jerarquía de la Iglesia no se da cuenta que sin nosotras no va a poder sobrevivir a este siglo. La buena noticia ya nos la contó hace años Albert Nolan en su libro “¿Quién es ese hombre?” Jesús antes del cristianismo. Jesús no es propiedad de la Iglesia, Jesús es patrimonio de la humanidad entera. Todo esto me lleva a esperar expectante e ilusionada la revolución que se avecina, como encontraremos las mujeres la forma de vivir nuestra fe de manera igualitaria y cuando empezaremos a construir el relato femenino del evangelio. Lo mismo hay mujeres ya haciéndolo y yo no me he enterado.
Desde esa espera os deseo a todas y todos una feliz pascua de resurrección y una feliz evolución.