Mediodía en la provincia de Jaén

Pedro Morales

Tasa turística

Opinión de Pedro Morales

Se reabre en estos días el debate sobre la implantación de la tasa turística, tanto en Andalucía como a nivel del estado. Es un debate con casi 25 años a sus espaldas, donde las comunidades mayores receptoras de turismo, y los municipios turísticos, intentan mejorar sus fuentes de financiación para la prestación de servicios ligados a los incrementos de población a los que tiene que hacer frente, sirvan como ejemplo: policía local, limpieza viaria, basuras, depuración de aguas y oficinas de turismo.



Esta tasa turística, vestida de verde, se comenzó llamando ecotasa y se implantó hace más de 20 años en Baleares, siempre ha sido polémica con comunidades que la han implantado, pero también desimplantado.

El problema, no es más que si aceptamos que es una mayor carga impositiva, que afecta negativamente a la competitividad del sector, o si esta tasa sirve para mejorar la prestación de servicios y la competitividad del sector. Evidentemente esto obliga a un consenso de todos los actores implicados

El debate sobre el problema nace envejecido, si descendemos de la estructura alojativa del turismo del siglo pasado, basada en hoteles, apartamentos o camping, nos encontramos en los últimos años con un viajero que se aloja también en viviendas, pisos, apartamentos, cabañas, habitaciones, cápsulas y cien fórmulas más con el calificativo de turístico.

Si analizamos los principales destinos de la provincia de Jaén, el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y las Villas y los municipios turísticos de Úbeda, Baeza, Cazorla y La Iruela, nos encontramos con un fenómeno que debe hacernos reflexionar, en una fase previa al incremento de la presión fiscal: en muy numerosas fechas se detectan más visitantes alojados que la oferta de camas declaradas en el registro de turismo.

Esto no es más que la existencia de una oferta no declarada de plazas, fuera de los registros públicos, sin actividad económica, que no generan empleo, que no tributan ningún tipo de impuestos, en resumen pura economía sumergida.

Queda claro que los municipios turísticos tienen que hacer frente a numerosos sobrecostes por la prestación de servios al turismo, que una tasa turística puede servir para hacer más competitivos los destinos, pero la presencia de una oferta alegal o ilegal, que no genera empleo ni ingresos a las arcas públicas, tristemente puede ser la gran beneficiaria de la tasa turística.

¿Porqué en vez de crear nuevos impuestos, no hacemos declarar a todos?.
Evidentemente es más sencillo aumentar la presión impositiva sobre las empresas declaradas, que aumentar la inspección sobre la economía sumergida.