La población de los Parques Naturales, mujeres y hombres que los viven y los sienten, tienen un sonido grabado que cuando llega el verano les hiela la sonrisa, el ruido de un helicóptero sobrevolando nuestras sierras.
Un sonido que no siempre va ligado al fuego, la mayor parte de las veces es la vigilancia y la prevención, pero que hace que levantemos la vista y miremos al horizonte con la angustia de ver surgir en el cielo un atisbo de humo.
Cuando este verano se despide, es el momento de comenzar a hacer balance de uno de los grandes enemigos de nuestros espacios naturales, el fuego. Ha sido un año de grandes incendios en España, donde la realidad del cambio climático nos ha llevado a los incendios de sexta generación, donde la conclusión general que todos hemos sacado es la importancia de la prevención, la coordinación entre administraciones, la profesionalización de los bomberos forestales y la importancia de la inversión.
En Andalucía y especialmente en nuestra provincia, vamos a salvar un verano con unos resultados medianamente optimistas. Se ha logrado que tan solo el 15 % de las intervenciones se hayan convertido en incendios, siendo el 85% restante conatos, en los que el fuego a afectado a menos de una hectárea de terreno.
Esta ausencia de grandes incendios en nuestro patrimonio natural no es una cuestión de suerte, es una cuestión de trabajo, del esfuerzo que mujeres y hombres realizan desde mucho antes que el humo aparezca en el horizonte.
Desde la construcción de infraestructuras en lugares que nadie ve, pistas forestales, vados, balsas de agua..., que hacen que los bomberos forestales lleguen esos minutos antes, pero fundamentales en la extinción. De los trabajos preventivos, basados en lo que nuestros abuelos siempre han dicho “los incendios de apagan en invierno”. Y de tantas y tantas buenas prácticas, que han convertido a los profesionales del Infoca en un modelo de referencia a nivel mundial.
La importancia del trabajo de estas personas, su profesionalización, debe ser reconocida por las administraciones y la sociedad. Su esfuerzo va más allá del justo salario recibido, son la punta de lanza de la lucha contra el cambio climático y el desarrollo sostenible, son los que minimizan la respuesta de una naturaleza agredida.
Por eso desde aquí, quiero expresar mi admiración y felicitación a todos estos hombres y mujeres, para que se conozca y ponga en valor su trabajo, y se visualice que gracias a ellos, cuando miramos al horizonte al escuchar un helicóptero, podamos seguir contemplando la belleza de nuestras sierras.