El cine español, cuando es subvencionado, no ha destacado por sacar brillo de sus acontecimientos patrios. En “La Peste” hablábamos de la Inquisición, en “1898: Los Últimos de Filipinas” no se tocó la épica sino la decadencia, en “Oro” se nos tiró por los suelos la conquista y se hizo brillar la leyenda negra y ahora con “El Cautivo” nos meten el panfleto de la mal llamada ideología de identidad poniendo a Miguel de Cervantes en un papel bisoño, vacío, falso y más centrado en sus pasiones que en sus destrezas.
Decimos mal llamada porque una ideología es algo más complejo que un simplista discurso que pretenden sea revolucionario a algo tan clásico, antiguo, asumido y natural como lo es la libertad, la homosexualidad, etc, pero si así Amenábar se siente rompedor, no le quitemos la ilusión, eso sí, que no sea con nuestro dinero, pues ha pillado de RTVE y del ICAA (Ministerio de Cultura) y encima ha fracasado en taquillas en pleno estreno.
Tras ver el mamotreto con ese pobre reparto, nefasta interpretación, falsos históricos permanentes… cualquiera diría que es el enemigo el que nos dirige películas históricas, pero lo cierto es que no: el extranjero hace mejores películas sobre España, que los directores españoles. “1492: La Conquista del Paraíso”, “La Misión”, “El Cid” o “El bosque”.
También gusta al cine español del club de la ceja roja la Guerra Civil con el punto de vista que sus plumas escriben y los dramones egocéntricos, propagandísticos y tautológicos de Almodóvar, por eso cuando vemos que lo más taquillero del cine español es la animación y la comedia, preguntémonos por qué hay que subvencionar (adoctrinar) una cultura más que otra y contra los datos, pues el público prefiere calidad y no panfleto, aunque Pedro Sánchez acuda a unos estrenos y no a otros, cancele unos personajes y no a otros. ¿Su derrota? Sus bajas audiencias.
No hay más derrota a estos postulados que las bajas audiencias del cine subvencionado. No es cine, son tus impuestos.