La guerra de Ucrania, la crisis económica, el cambio climático, la pandemia y tantas otras situaciones que producen graves desequilibrios a diferentes escalas, dan lugar a un panorama poco halagüeño. Desde hace años equipos multidisciplinares de científicos realizan previsiones de escenarios posibles en relación al cambio climático (el más reciente informe insiste en las consecuencias devastadoras para la producción de alimentos y el acceso al agua dulce) o a otros ámbitos económicos y sociales. Se suceden las publicaciones de informes y en el ambiente psicológico queda suspendida una sensación de incertidumbre y desasosiego como si fuese un vaho pestilente.
Ante este panorama son cada vez más frecuentes las conversaciones sobre qué hacer y antes que buscar la independencia energética o producir la propia comida (que suelen ser las dos soluciones más recurrentes), la estrategia personal debe elaborarse sobre cambios más profundos en la vida personal. Dos aspectos en los que inciden muchos especialistas son la predisposición a la ayuda mutua y la reducción del consumo.
La predisposición a la ayuda mutua implica muchos cambios positivos para uno mismo y se basa en un logro evolutivo del ser humano, la capacidad de levantar redes de cooperación y altruismo que permiten hacer frente a las situaciones difíciles de la forma más eficaz. Poner en práctica este eje estratégico implica dar un giro importante en el modelo de vida occidental, excesivamente individualista. Llegar a ser colaborativo con los demás va a ser un estímulo para despertar y desarrollar muchas capacidades interiores muy valiosas para afrontar con éxito los tiempos menos buenos.
La reducción del consumo, especialmente el asociado a la cultura del derroche y de lo prescindible, es el primer requisito para reducir el impacto ambiental de nuestro insostenible modo de vida occidental y es condición indispensable para estar menos expuestos a situaciones de más escasez y llevar una vida digna con menos. Una reducción efectiva del consumo requiere del desarrollo de la actitud colaborativa y se apoya en las capacidades interiores del ser humano.
La estrategia personal vital basada en estos dos pilares, ayuda mutua y prescindir de lo superfluo, no solo está indicada para los preocupantes e imprevisibles escenarios sociales que se vislumbran en un futuro más o menos cercano, sino para cualquier otra situación, porque las ventajas personales y sociales que proporciona superan considerablemente a los inconvenientes.
Manuel Ruiz
Quien a buen árbol se arrimaEstrategia personal
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