Quien a buen árbol se arrima

Manuel Ruiz

Sembrar esperanza

Necesitamos noticias de esperanza. Cuando Pandora abrió la caja de la que escaparon los males que aquejan a la Humanidad, cuenta el mito que en el fondo...

Necesitamos noticias de esperanza. Cuando Pandora abrió la caja de la que escaparon los males que aquejan a la Humanidad, cuenta el mito que en el fondo quedó la esperanza, la expectativa de mejorar o sobreponerse a una situación negativa y dolorosa. Los males campean a sus anchas y en nuestra sociedad del bienestar (por mucho que critiquemos cómo están los servicios públicos, seguimos integrados en esa pequeña parte privilegiada de la Humanidad) despertamos de un sueño y los vislumbramos con pavor. Hablamos de la guerra, pero también del riesgo de pobreza generalizada, de los profundos problemas ambientales, del peligro de involución social o de la propia pandemia, que aún colea. Necesitamos noticias de esperanza que sean como la lluvia para el campo seco, como la memoria para el recuerdo grato, como el punto de luz en la oscuridad más impenetrable. La esperanza no es aún la solución de un problema pero sí la anticipación a resolverlo, porque recrea en el interior la posibilidad de superarlo y eso infunde ánimos y la percepción íntima o aclamada de que el mal puede acabar. La esperanza brota del hecho más insignificante, un gesto, una pequeña acción, un paso en la dirección correcta, algo real que la haga factible frente al delirio fantasioso. Las semillas de la esperanza son pues, pequeñas, minúsculas, pero requieren del fértil suelo que proporciona una voluntad en acción, porque sólo el capaz reconoce un indicio esperanzador. Necesitamos noticias de esperanza y a poco que busquemos encontraremos que no es difícil encontrarlas, porque se hallan en el fondo de la caja que abrió Pandora. Junto a la realidad desgarradora es posible ver la realidad luminosa de la acción que la contrarresta. Cuando en nuestro corazón empieza a hacerse fuerte el temor al dolor, la pérdida y la frustración, sembrar esperanza con hechos pequeños, pero inequívocamente correctos, es la opción más efectiva para infundirnos ánimo a nosotros y a quienes nos rodean. Plantamos árboles para el futuro, proporcionamos alimento y ayuda material, aportamos ideas reconfortantes y pensamientos de los más grandes de la Humanidad, creamos oportunidades para que la belleza de nuestra Naturaleza pinte de color el alma, fomentamos la convivencia, argamasa que cimenta la unión. Pequeños pasos en la dirección opuesta a la tormenta que permiten vislumbrar la esperanza de un tiempo y espacio mejores. La esperanza no la traen las noticias de los medios de comunicación, la sembramos nosotros con la determinación de acciones buenas.