Régimen Abierto

Antonio Avendaño

Anatomía de un fracaso anunciado

‘Por Andalucía’ arranca con mal pie. IU y Podemos ya no se fían el uno del otro: Pablo Iglesias no se ha ido y Yolanda Díaz aún no ha llegado

 Anatomía de un fracaso anunciado

Foto: EXTRA JAÉN

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias.

La izquierda populista-neocomunista-feminista-ecologista-andalucista está condenada a no escapar jamás a esta triple fatalidad: ser pequeña, estar dividida y necesitar al PSOE para acceder al BOE si se trata de España o al BOJA si se trata de Andalucía.
La nueva coalición recién constituida se llama Por Andalucía y ha nacido con mal pie porque Podemos no presentó a tiempo los papeles. Jurídicamente no forma parte de la coalición, de manera que no tendrá acceso directo a los fondos públicos que recibirá el grupo parlamentario en función del número de escaños obtenidos.

Nadie ha explicado convincentemente por qué ese retraso que ha convertido a la confluencia en un hazmerreír para media Andalucía y en una afrenta para la otra media. Si algún día se escribe una Historia General de la Chapuza, el caso de la inscripción de Por Andalucía en el registro de coaliciones tendrá sin duda su propio capítulo.
¿Qué ha pasado? Ha pasado que Izquierda Unida y Podemos ya no se fían el uno del otro. Y ha pasado también que en las anteriores elecciones de 2018 Podemos era la fuerza claramente hegemónica en el ámbito de la izquierda alternativa y tenía capacidad para seducir, integrar o incluso absorber a Izquierda Unida. Hoy ya no es así: los apoyos sociales y electorales al partido morado han ido menguando y ya no está en condiciones de imponer su criterio.

A ello ha de sumarse que Izquierda Unida y el PCA negociaron con Más País Andalucía a espaldas de Podemos, que se incorporó muy enfadado al tramo final de la negociación. Previamente, intentó la jugada de adelantar sus primarias para que el elegido por sus bases fuera a su vez el candidato a la Presidencia de la Junta. No fue posible y José Antonio Delgado perdió la batalla a favor de Inmaculada Nieto, aunque la deportividad y elegancia con que se ha tomado su derrota dice mucho en favor del diputado y guardia civil de Cádiz.
Más allá de otras consideraciones, la futura financiación de Podemos Andalucía queda en manos de Izquierda Unida: el grupo parlamentario que salga del 19-J no tendrá obligación jurídica alguna de hacer partícipe de sus fondos a un partido que técnicamente no forma parte de la coalición. Baste recordar la implosión de Adelante Andalucía, donde el control de los dineros tuvo no poco peso, para temer que en la próxima legislatura pueda suceder algo parecido.



En el fondo, la izquierda no socialista andaluza nunca logró recuperarse de la decepción de 2018, cuando las esperanzas que Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo habían puesto en la confluencia denominada Adelante Andalucía se vieron amargamente frustradas: Podemos e Izquierda Unida habían obtenido por separado en las elecciones de 2015 un total de 864.000 votos y 20 escaños, mientras que el 2-D se quedaron en 584.000 votos y 17 escaños. La fórmula no había funcionado y ese fracaso le pasó factura al grupo parlamentario.
No es imposible, incluso, que Por Andalucía se quede sin representación en la provincia de Jaén. En las elecciones de marzo de 2015, Podemos sumó 39.624 votos (11,04 por ciento y 1 diputado) e Izquierda Unida 20.555 y cero diputados. En diciembre de 2018, obtuvieron conjuntamente con la marca Adelante Andalucía 38.473 votos y un único escaño. ¡Menos votos que Podemos en solitario tres años antes!

En 2018, en Jaén solo Vox quedó por detrás de Adelante, con 27.600 votos y un escaño. El 19-J no sucederá lo mismo: todas las encuestas sitúan a la extrema derecha como tercera fuerza. Si a ello se suma que Por Andalucía tendrá que competir con el Adelante refundado por Teresa Rodríguez, no cabe descartar que la flamante coalición se quede sin representación parlamentaria: recuérdese que en Jaén te quedas fuera del Parlamento si no logras al menos un 7 por ciento de los votos.

La izquierda no socialista necesita a los socialistas más de lo que le gustaría y los socialistas la necesitan a ella más de lo que están dispuestos a admitir. Hay un cierto agotamiento del proyecto socialdemócrata al que no le viene mal la savia de una cierta izquierda indignada. Sin embargo, la experiencia del Gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez está siendo agridulce: si no sale bien, será trágico para las izquierdas. El referente de Unidas Podemos en el Ejecutivo es hoy Yolanda Díaz y no Pablo Iglesias, pero a efectos de la futura rearticulación de esa izquierda socialista Yolanda aún no ha llegado y Pablo todavía no se ha ido.

Podemos empieza a ser la historia de una decepción. Entre 2014 y 2016, Íñigo Errejón y Pablo Iglesias creyeron haber encontrado la piedra filosofal que permitiría a la antigua izquierda comunista dejar de ser pequeña, dejar de estar dividida y no solo dejar de necesitar al PSOE sino incluso ocupar su lugar. Fue un espejismo.
Como a Alonso Quijano los libros de caballerías, a los fundadores de Podemos la lectura de los libros de Antonio Gramsci y de los politólogos Ernesto Laclau y Chantal Mouffe también les habían sorbido el seso. Las palabras mágicas eran ‘populismo’ y ‘hegemonía’: bastaba pronunciarlas en el momento y el lugar adecuados para lograr el milagro de reunir en un mismo frente transformador a todos los soñadores, indignados, explotados y vencidos que hasta entonces habían hecho la guerra por su cuenta.

Como el Quijote desengañado que vuelve a casa para encarnarse de nuevo en el hidalgo Quijano, Errejón ha regresado a la casa común de la izquierda transformado en un socialdemócrata radical pero sin complejos. Mientras, Pablo Iglesias parece seguir anclado en Laclau y resistiéndose a admitir que el Podemos que en 2016 sumó 5 millones de votos y se quedó a un tiro de piedra del PSOE hace mucho tiempo que dejó de existir. Aquel histórico 21 por ciento de los votos fue un espejismo.

Las elecciones andaluzas del 19 de junio no harán sino confirmar el declive de esa izquierda situada a la izquierda del Partido Socialista que no ha logrado estabilizar los apoyos de hace seis años. ¿Logrará el PSOE de Juan Espadas captar votantes desencantados de Unidas Podemos? Es improbable. No da el perfil para ello. Y además, el voto útil funciona con los partidos que son percibidos como ganadores y en estas elecciones el PSOE no es uno de ellos.