Régimen Abierto

Antonio Avendaño

Quo vadis, Miguel Ángel Gallardo?

El vertiginoso aforamiento del líder de los socialistas extremeños, Miguel Ángel Gallardo, para esquivar su procesamiento está mal, está feo y daña a su partido

En política olvidan más rápidamente los pecados éticos que los estéticos. Cuando un gobernante hace algo que está mal pero, además de estar mal, está feo, resulta mucho más difícil perdonarle la falta. Pues bien: el vertiginoso aforamiento del líder de los socialistas extremeños, Miguel Ángel Gallardo, para esquivar su procesamiento está mal y está feo.

En la sesión de ayer del Parlamento de Extremadura consumaba Gallardo su antiestética jugada al tomar posesión como diputado autonómico después de forzar la salida de la compañera que ocupaba ese escaño y promover la renuncia de los cuatro suplentes que lo precedían en la lista de su partido.



El objetivo de Gallardo es arrebatar el caso del hermano de Pedro Sánchez a la jueza instructora para que sea el Tribunal Suprior de Justicia de la comunidad el que tome las riendas: el secretario general socialista está convencido, y no le faltan indicios para apuntalar su convicción, de que la jueza Beatriz Biedma está retorciendo de modo ventajista los mecanismos que la ley pone en su mano para sentar en el banquillo a David Sánchez y diez personas más, entre ellas Gallardo, por la contratación hace siete años del hermano del presidente del Gobierno como coordinador de las Actividades de los Conservatorios de la Diputación de Badajoz. Sostiene la jueza en su auto de procesamiento, que solo será firme si la Audiencia Provincial desatiende los recursos de los investigados, que la Diputación creó ese puesto para David por ser hermano de Pedro, aunque en aquel momento ni Pedro era todavía Pedro ni aquel Gallardo era este Gallardo: el ya presidente de la Diputación en 2017 militaba entonces en la filas del susanismo, enemigo encarnizado del pedrismo en la guerra civil socialista que finalmente ganaría Pedro Sánchez.

El caso tiene pinta de bluf judicial, de burbuja que antes o después alguien acabará por pinchar, aunque hasta que llegue ese momento los réditos políticos generados por la instrucción de Biedma han adquirido un valor incalculable en el parqué nacional. Puede que a esta causa le pase lo que a tantas otras que desprendían un hedor a parcialidad parecido: que fracase finalmente en los juzgados pero, eso sí, después de haber cosechado incontables éxitos en los telediarios.

Como Gallardo parece convencido de que la jueza no está jugando limpio, ha decidido él hacer lo mismo: se diría que sin pararse a considerar el daño reputacional que su fea jugada le está ocasionando al Partido socialista. Aunque todos los dirigentes locales y nacionales han defendido públicamente a Gallardo, es poco probable que alguno de ellos tenga el cuajo de hacer lo mismo en privado, pues todos sin excepción deben de saber sin duda que lo que ha hecho el líder extremeño está mal y está feo.

La propia presidenta María Guardiola así se lo afeó en la sesión parlamentaria de ayer, aunque sus reproches al socialista por haber tenido un comportamiento indigno recordaban demasiado a los que suele hacerle la sartén al cazo, pues la propia Guardiola enterró su dignidad hace dos años cuando aceptó ser investida presidenta con los votos de la extrema derecha que solo unos días antes había jurado y perjurado que jamás aceptaría. Habrá pensado Gallardo que si los votantes del PP le han perdonado su indignidad a Guardiola, por qué no habrían de hacer los votantes socialistas lo mismo con la suya. Olvida el político extremeño que, salvo los muy cafeteros, la mayoría de votantes de izquierdas acostumbran a ser algo más severos que los de derechas en cuestiones ética, y no digamos estética.  

En el caso de Guardiola al menos sabemos por qué vendió su alma al diablo: lo hizo por una Presidencia que aún ostenta y que, con la inestimable ayuda socialista, muy probablemente renovará en 2027. Gallardo ha hecho lo que ha hecho sin que estén muy claros los beneficios de una jugada cuyos riesgos son evidentes al haber convertido la partida en una pugna descarnada entre la Justicia y la Política, confiando cándidamente en que los jueces arbitrales del TSJ extremeño le den la razón a él y dejen en la estacada a una de los suyos pinchando el globo que con tanto denuedo ha venido hinchando su compañera desde que los ultras de Manos Limpias presentaron su querella contra los Sánchez.