A los partidos políticos les pasa lo mismo que a los columnistas: que, en tanto que columnistas, no pueden dejar de tener ideología. Lo que sí pueden, unos y otros, es postergarla, silenciarla o disimularla, bien sea por razones tácticas, estratégicas o de mera su-pervivencia. Hay tres clases de columnistas: de izquierdas, de de-rechas y de sí mismos. A los primeros y a los segundos se les ve venir desde la primera línea, pero no así a los terceros: con estos se tarda algún tiempo en adivinar su ideología, dado el mucho cuidado que ponen en ocultarla simulando una angelical equidistancia que, más pronto que tarde, los lectores experimentados identifican con la impostura. Cuando se escribe una crónica, un reportaje, aparcar la propia ideología es un mandato ético que, mal que bien, todo buen periodista intenta cumplir; cuando se es-cribe un análisis o una columna de opinión, esconder deliberada-mente la ideología es ventajismo, por otro nombre hacer trampas.
Mas vayamos a lo que importa. También los partidos políticos son, fatalmente, de izquierdas o de derechas. No hay, como entre los columnistas, un tercer bloque diferenciado de partidos de sí mismos, pues por definición todos lo son. Los partidos como Jaén Merece Más, en cuya partida de nacimiento figura en letras de molde ‘No somos ni de izquierdas ni de derechas, somos de Jaén’ (o de Soria o de Teruel), están condenados a revelar antes o después hacia qué lado del espectro ideológico cae su corazón tan blanco.
No quiere decirse que pretendan engañar a la gente ocultando su ideología fundacional: es más bien que, aun sin saberlo, se engañan a sí mismos, pues la política consiste en hacer cosas para mejorar la vida de las personas, pero muy rara vez la mejoran en el mismo grado y con la misma intensidad para unas personas que otras, para unos colectivos que para otros, para unas clases socia-les que para otras.
Aunque los partidos localistas o provincialistas brotados en los últimos años en las áridas estepas de la España vacía suelen pro-clamar lo contrario, un partido político apolítico es un imposible metafísico. Si quieren ser eficaces están condenados, sí o sí, aliar-se o bien con el Partido Socialista o bien con el Partido Popular, una alianza que, aun siendo coyuntural o puramente táctica, se acaba convirtiendo en seña de identidad porque como tal seña de identidad es interpretada por los observadores del ruedo político. Y porque cuando uno decide optar por un determinado compañero de viaje necesita creer que su decisión ha sido buena y, para apuntalar tal creencia, necesita ante su propia conciencia acrecentar los méritos y relegar los defectos del elegido.
En el momento de redactar estas líneas JM+ aún no ha decidido a quién dará la Alcaldía de Jaén, si al socialista Julio Millán o al conservador Agustín González, aunque parece que las apuestas están a favor de este último. Es cierto que las exigencias de Jaén Merece Más no son ideológicas en sentido estricto, pero son tan-tas y el coste de ejecutarlas es tan disparatado que, antes que después, la formación localista tendrá que discriminar: pedirse cuatro autovías está guay para ponerlo en un programa electoral, dado que el papel lo aguanta todo, pero la prosa de los acuerdos con otro partido para gobernar una ciudad suele ser incompatible con el realismo mágico. La política municipal se escribe con el estilo de Chaves Nogales, no con el de García Márquez; los programas electorales, huelga decirlo, justo al revés.
Lo recordaba Raúl Beltrán en estas mismas páginas: Jaén Merece Más quiere varias autovías, una ciudad de la justicia, un defensor del pueblo, un convento, un tranvía, una cámara de comercio, un par de sedes de organismos nacionales o internacionales, una reindustrialización de la provincia, un centro deportivo de alto rendimiento en Cazorla, unas infraestructuras hidráulicas en la presa de Siles…ah, y salir más en la tele. Se entiende que salir más Jaén y salir más ellos. Lo que mañana sábado 17 de junio de 2023 está en disputa es la Alcaldía de Jaén, pero el grueso de las reivindicaciones de JM+ depende de instituciones ajenas al Consistorio, como la Junta de Andalucía, el Gobierno de España y aun la Unión Europea. Solo les ha faltado pedir algo que involucre a la Unesco. O a la ONU.
Si la formación jiennense se alinea con el PP en la capital, sus días de ‘partido político apolítico’ estarán contados. Es lo que suele suceder, aunque hasta que no se materializan los pactos todo está por decidir. Cs acabó, ciertamente, convertido en un partido de derechas, pero bien podría haber acabado en la órbita de la izquierda moderada si en la primavera de 2019 su fundador y cráneo privilegiado Albert Rivera hubiera formado gobierno con Pedro Sánchez. ¿Era inicialmente Rivera tan conservador como luego se ha evidenciado? Tal vez no. Tome nota JM+: en política, el hábito hace al monje. Lo demás suele ser literatura, en concreto realismo mágico.