Régimen Abierto

Antonio Avendaño

La sanidad no engaña

Hasta ahora Moreno ha vivido de las sustanciosas rentas derivadas de los errores cometidos por el PSOE, pero llegará un momento en que esos réditos se agoten

 La sanidad no engaña

Foto: EXTRA JAÉN

Protesta del sector sanitario en Jaén.

El Partido Socialista descuidó la sanidad andaluza y pagó un alto precio por ello. Con el Gobierno de Manuel Chaves, la atención y el presupuesto destinados a la que fuera la 'joya de la corona' del sistema andaluz de bienestar decayeron bruscamente a raíz de los brutales recortes al gasto público impuestos por la Unión Europea –léase Alemania– a España y los demás países del sur. El Sistema Andaluz de Salud nunca se recuperó de aquel golpe y los sucesivos gobiernos de José Antonio Griñán y Susana Díaz no supieron o no pudieron poner remedio a un deterioro que a la propaganda oficial le era imposible ocultar. Lo era entonces y lo es ahora.

La ventaja política que la sanidad tiene para los ciudadanos es que es imposible engañarlos con cifras, consignas o porcentajes. Uno pide una cita a su médico de familia y si tardan 10 o 15 días en dársela, no habrá agresiva campaña de propaganda ni suavón discurso del presidente que lo convenzan de que la sanidad pública funciona como debe. Uno logra por fin la cita con su centro de salud y cuando el médico de cabecera lo manda al especialista y este le da la vez para dentro de tres, seis o doce meses, ni el más carismático político al que votó en las últimas elecciones será capaz de convencerlo de que el Gobierno atiende como debe sus compromisos sanitarios. Como el algodón, la sanidad no engaña.

El socialismo andaluz no está, ciertamente, en su mejor momento pero parece que empieza a mover ficha. Le cuesta hacerlo porque es consciente de sus pecados en esta materia, pero dado que está cumpliendo sin rechistar la severísima penitencia de haber sido despojado del poder, parece que ha llegado el momento de hacer algo.

Por la cuenta que le trae, el PSOE de Jaén se ha puesto a ello. Esta semana anunciaba que va a presentar mociones en los ayuntamientos de la provincia para que la Junta de Andalucía "cese los recortes y recupere el nivel de prestación de servicios sanitarios del año 2018". Probablemente a ese 2018 se sobran diez años, pues en tal fecha la sanidad no había recuperado los niveles de calidad alcanzados en 2008, antes del estallido de la crisis financiera que se llevó por delante a casi todo el mundo salvo a los financieros que la provocaron.

Por supuesto, ni los ayuntamientos gobernados por el PP ni sus concejales en la oposición secundarán tales mociones. Los socialistas tampoco lo harían –no lo hicieron en el pasado– si su partido siguiera gobernando la Junta de Andalucía: al fin y al cabo, los partidos, por definición, se rigen por la ley del embudo.

La secretaria de Política Municipal del PSOE de Jaén, Isabel Uceda, describía la situación en estos términos: "El hundimiento de la sanidad pública alcanza a todos los municipios de la provincia, con vecinos y vecinas que tardan dos semanas en ver a su médico en el centro de salud, que no pueden ser atendidos por el neurólogo, que no tienen pediatra, que tienen citas de hasta dos años con el especialista o que siguen en el limbo esperando meses y meses a ser operados de sus dolencias".

¿Exagera Uceda al decir estas cosas? Seguramente sí, pero no tanto como cuando dice, por ejemplo, esta otra: "Moreno quiere ser el Ayuso de Andalucía y está siguiendo sus pasos para acabar con la sanidad pública". Ahí se pasa Uceda de frenada: es improbable que Moreno sea tan torpe –su mayoría absoluta demuestra que lo es– como para imitar ciegamente a la presidenta madrileña. Que el presidente cuida mucho a la sanidad privada es obvio, pero ya pondrá buen cuidado para, primero, que esas atenciones se noten lo menos posible y, segundo, no sobrepasar ciertos umbrales que los electores que propiciaron su mayoría absoluta nunca le perdonarían.

Que la oposición siempre sobreactúa es una ley inmutable de todas las democracias. Puede que Uceda exagere, pero se la entiende. Desde el Gobierno andaluz replican con cifras, cifras y más cifras que difícilmente harán mella en unos usuarios que sufren demoras y desatenciones concretas que la abstracción de los números nunca logrará desmentir.

De hecho, el PSOE no está solo en sus reproches. Los profesionales sanitarios los comparten. Esta misma semana el Sindicato Médico de Jaén trasladaba las quejas de los facultativos de los centros de salud del Área Sanitaria Norte: "Por la precariedad de las plantillas, es prácticamente imposible –decían– asumir toda la cartera de servicios" asignados a la Atención Primaria, cuyos médicos soportan "sobrecarga de trabajo y jornadas laborales interminables" y se ven abocados "a renunciar a la conciliación de la vida laboral y familiar". Nada nuevo. En realidad, ya el año pasado el Colegio Oficial de Enfermería de Jaén denunciaba la "saturación" en Atención Primaria y el "desbordamiento» en las urgencias hospitalarias.

Hasta ahora el Gobierno de Juan Manuel Moreno ha estado viviendo de las sustanciosas rentas derivadas de los errores cometidos por el Partido Socialista, pero llegará un momento en que tales réditos se agoten. Como llegará un momento en que los ciudadanos den por cumplida la penitencia impuesta al partido que a lo largo de los años 80 y 90 levantó un sistema regional de salud modélico que hoy hace agua sin que sus fundadores en el pasado ni sus herederos en el presente acierten a taponar las dilatadas brechas que pueden conducirlo al naufragio.