Régimen Abierto

Antonio Avendaño

¿Por qué no es Fernández Díaz el Koldo de Rajoy?

La injusticia no consiste, claro está, en exigir responsabilidades políticas a Ábalos, sino en que tal exigencia sea tan escandalosamente selectiva

Si mañana, desocupado lector, tu hijo pequeño te preguntara: "Papá, ¿qué es la responsabilidad política?", no tendrías grandes dificultades para darle una respuesta satisfactoria: "Es, hijo mío, el deber de los gobernantes de cesar en el cargo por el inadecuado ejercicio del poder". Pero con toda seguridad pasarías bastantes apuros para dar una buena respuesta si el niño fuera lo bastante precoz y malintencionado como para preguntarte a renglón seguido: "Pero papá, ¿por qué unas veces se exige responsabilidad política a unos gobernantes por unas cosas pero no a otros por cosas parecidas o incluso peores?"

El territorio de las responsabilidades políticas tiene algo de salvaje Oeste, un lugar sin ley donde los más fuertes, los más cínicos o los más populares hacen valer su criterio, siempre pulcramente ataviados con los ropajes de la ética más humilde y exigente, pero en realidad movidos las más de las veces por el interés, no pocas por la arbitrariedad y algunas, solo algunas, por la justicia. La exigencia de responsabilidades políticas va por barrios: a veces está dictada por la urgencia y otras es pasto del olvido. Sucede entre nosotros con las responsabilidades políticas lo que sucedía con los linchamientos en la América profunda: si un negro mataba a un blanco, ahorcamiento seguro; si era al revés, el criminal invitaba a una ronda a sus amigos y vecinos.

Hay una rara unanimidad en el periodismo y en la política al sentenciar que el diputado, exministro y exsecretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos es responsable políticamente de los repugnantes manejos de su hombre de confianza Koldo García por no haber visto, sospechado o intuido lo que el exsegurata y sin embargo exconsejero de Renfe se traía entre manos. Tal unanimidad sobre la responsabilidad política de Ábalos no es irracional ni disparatada, pero no podrá decirse de ella que sea justa, dado que es escandalosamente selectiva. Linchar a un asesino negro puede llegar en determinadas circunstancias a ser justo, pero solo si un asesino blanco es tratado con el mismo rasero.



En un escenario policial de cuyo sumario está por ahora excluido, la injusticia no consiste, claro está, en que se le exijan responsabilidades políticas a Ábalos, sino en que esa exigencia sea tan descaradamente discriminatoria. Muchos de quienes la reclaman simulan inspirarse en la ética universalista de Kant, pero en realidad su fuente de inspiración es esa ética ventajista universalmente conocida como ley del embudo.

La historia no se repite pero rima, dijo o dicen que dijo Mark Twain. Cierto. Las más de las veces lo hace en rima asonante y solo algunas en consonante. En política, pocas situaciones se repiten con total exactitud; siempre suele haber entre ellas algunas diferencias, las suficientes para que se agarren a ellas quienes rehúyen aplicarse a sí mismos la amarga medicina que tan alegremente administran a los otros.

Si el asesor de un ministro socialista cobra comisiones millonarias en la compra de mascarillas, el ministro debe dimitir, pero si quien cobra esas comisiones es el hermano de una presidenta autonómica del PP, entonces quien acaba dimitiendo es el líder del PP que denuncia el caso. Si un ministro del Interior utiliza decenas de policías para robar pruebas que incriminan a su partido o para espiar ilegalmente a políticos independentistas y es por ello imputado por la justicia, ¿debe dimitir el presidente que lo nombró y de quien es amigo íntimo? "No son situaciones iguales", se apresurarán a proclamar los hinchas de la ley del embudo.

¿Por qué el "usted lo sabía y lo tapó" que, refiriéndose al 'caso Koldo', Alberto Núñez Feijóo echó en cara a Pedro Sánchez en el Congreso no es aplicable al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy en el 'caso policía patriótica' o el 'caso Kitchen'? ¿Porque Ábalos y Sánchez son negros y Rajoy y Fernández Díaz son blancos? Es más: si mañana se descubriera un Koldo que, trabajando como asesor de confianza de Sánchez, hubiera logrado sustanciosas mordidas operando desde el mismísimo palacio de la Moncloa, ¿la dirección socialista se pondría igual de estupenda y de kantiana que se ha puesto con Ábalos? Blancos y negros los hay en todos los partidos.