Régimen Abierto

Antonio Avendaño

Unas municipales con vocación de revancha

Los socialistas andaluces confían en sus alcaldes para hacer morder el polvo al PP y borrar de la memoria del partido la humillación del 19-J

 Unas municipales con vocación de revancha

Foto: EXTRA JAÉN

Juanma Moreno y Juan Espadas.

El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo encara las elecciones locales y autonómicas del próximo 28 de mayo como un plebiscito sobre Pedro Sánchez. La estrategia no es nueva, pero está lo bastante contrastada por la experiencia como para repetirla una vez más: en Génova no olvidan su histórico triunfo en las locales y territoriales de 2011, cuando muchos buenos alcaldes socialistas fueron defenestrados porque, sobre todo en los grandes núcleos urbanos, los votantes depositaron su papeleta no en tanto que vecinos de tal ciudad o tal otra sino en tanto que ciudadanos españoles furiosos con José Luis Rodríguez Zapatero y, en consecuencia, decididos a hacer pagar los pecados del presidente al primer socialista que se cruzara en su camino.

Cientos de alcaldes del PSOE pagaron entonces platos que ellos no habían roto. Cuatro años después, en 2015, aunque en mucha menor medida volvió a haber alcaldes, esta vez del PP, a quienes los electores giraron abultadas facturas a cuenta de las sonrojantes corrupciones cometidas bajo el mandato de Mariano Rajoy. Aun así, aquellas locales de 2015 no tuvieron el carácter abiertamente plebiscitario que sí habían tenido las de 2011 y, muchos años antes, las de 1995 y que tendrán también las de 2023.

Si en el 95 el PP aventajó al PSOE en un millón de votos (7,8 millones frente a 6,8), en 2011 la diferencia a favor de los conservadores fue histórica: 6,2 millones de votos socialistas frente a 8,4 millones populares. Los alcaldes socialistas entonces defenestrados no lo fueron por alcaldes sino por socialistas.



Aun así, en aquel lejano 95 el poderoso PSOE andaluz logró aguantar el tipo manteniendo la primera posición: 1,27 millones de votos frente a 1,16 millones del PP. Por los pelos. No sucedería lo mismo en 2011, cuando el tsunami antizapaterista propulsó al PP andaluz a la primera plaza, con 1,6 millones de votos, unos 300.000 más que los socialistas.

Mientras, los correosos socialistas jiennenses lograban mantener incólume el pabellón del puño y la rosa: le ganaron con holgura al PP en 1995 (152.000 papeletas frente a 135.000), volvieron a hacerlo en 2011 (157.000 frente a 146.000) y repitieron la jugada en 2015 (154.000 frente a 112.000).

Pero el verdadero parteaguas de la historia electoral andaluza no llegaría hasta las autonómicas de junio de 2022, cuando el PP, más que vencer al PSOE, lo humilló. Ni siquiera Jaén esquivó la debacle: 135.000 votos para el PP frente a solo 86.000 para el PSOE. El 19-J es la fecha que envenena los sueños del socialismo andaluz.

“Parece que hay PP para rato en la Junta de Andalucía”, le comentaba días atrás este cronista a un destacado dirigente andaluz. “Está por ver”, replicaba. “¿Qué está por ver?” “Que lo que acabe sucediendo en la Junta de Andalucía dependerá mucho de cómo quedemos en las municipales de mayo primero y en las generales de noviembre después. Si la cosa sale bien, el mal sabor de boca que nos dejó el 19-J desaparecería”. “No parece que vaya a ser fácil ganar las municipales a un PP tan fuerte como el que salió el 19-J”. “Se puede. Tenemos plena confianza en nuestros alcaldes, en su buena gestión, muy pegada al terreno y muy atenta a las necesidades de los vecinos. Ellos son nuestra gran esperanza para iniciar la remontada”. “¿Y las generales?” “Pedro puede ser presidente de nuevo, pero para eso deberíamos aprender a no distraernos con peleítas como la de la ley del sí es sí, que hace que no se hable de los éxitos y los logros del Gobierno”.

El interlocutor de ExtraJaén se mostraba convencido de que ni, aun habiendo planteado el PP las municipales como plebiscito a Sánchez, le saldrá bien la jugada. Los socialistas, aseguraba, aguantarán el tirón; la Junta puede volver a manos socialistas. “¿Con Juan Espadas al frente?” “Eso lo tiene que decidir él; lo único que precisa es afinar la estrategia y reforzar convenientemente su equipo, sobre todo esto último”. El cronista intentó que su interlocutor fuera más explícito “sobre esto último”, pero no hubo manera. Suele suceder: los políticos que saben no hablan y los que hablan no saben.