Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

El éxito es el proceso

El Jaén Paraíso Interior dio un paso enorme en el ejemplar proceso de éxito en el que está inmerso desde hace algo más de diez años

El pasado viernes nuestra ciudad vivió un momento único; histórico. El Jaén Fútbol Sala, el equipo deportivo más laureado de la provincia, disputó el tercer encuentro de la final de una de las mejores ligas del mundo. Sí, perdió el partido, quedando subcampeón de la competición, pero dio un paso enorme en el ejemplar proceso de éxito en el que está inmerso desde hace algo más de diez años. Puede que a alguien esto pueda parecerle mera retórica pero cambiará de opinión si contempla cómo cerca de siete mil personas permanecieron en pie, aplaudiendo, durante más de un minuto mientras el partido concluía, agradeciendo a su equipo la temporada realizada. Si en lugar del Olivo Arena, hubiéramos estado en un teatro o en una sala de conciertos, el telón habría tenido que levantarse en varias ocasiones y se habrían solicitado numerosos "bises".

¿Cómo se ha logrado esto? Habitualmente definimos el éxito o el fracaso de una actividad en función de un resultado, de un número. También solemos valorar el éxito como el inicio de una trayectoria, olvidando lo natural y habitual que es el fracaso, simplemente porque es uno de los dos resultados posibles cuando nos dirigimos hacia un objetivo: conseguirlo o no conseguirlo. Sin embargo, olvidamos que lo más trascendente es tener un reto e intentar alcanzarlo, porque en ese camino, en ese proceso lleno de dificultades y de tropiezos es donde aprendemos cómo y dónde dirigirnos para estar más cerca del final. Este aprendizaje, no el resultado concreto, nos hace estar más preparados para el siguiente paso de nuestro camino. Sin aprender, sin acertar o fallar, difícilmente podríamos avanzar. Por tanto, el éxito no es el fin, sino cómo avanzamos hacia el reto final, obteniendo por el camino cualquiera de los dos resultados naturales posibles pero siempre superando nuestros objetivos. Comprender este mecanismo ayuda realmente a entender qué es lo que se pretende y cómo alcanzarlo, a saber quiénes somos y cómo solucionar los problemas. Un simple conjunto de ideas psicológicas que nos sirven para valorar que lo alcanzado por este equipo no es más que otro paso de un proceso que continúa, un paso enorme e ilusionante que, a pesar de la inicial frustración, servirá de mucho para el futuro.



El Jaén Fútbol Sala, al igual que otros tantos clubs jiennenses y de otras zonas, ha atravesado circunstancias muy difíciles, siempre con la presión de la mala situación financiera, la reducción, el retraso o la inexistencia de la ayuda pública y, como la mayoría, luchando con el poco retorno económico que recibe esta actividad. Esta realidad es tan cierta como parcial, puesto que oculta la también habitual ausencia de una buena organización y de unos objetivos realizables, cuantificables y adecuados. La norma en nuestros clubes es una gestión impulsada por los gustos, las ilusiones y las peticiones populares, por no hablar de otros intereses menos confesables de determinados dirigentes, pero en la que está ausente un método, el establecimiento de objetivos a corto y medio plazo coherentes y, sobre todo, el conocimiento y el sentido común en la toma de decisiones.

Quizás todo esto les suene. Sí, seamos justos; no es un mal que afecte únicamente al deporte y a algunos de nuestros equipos. Numerosas empresas y también administraciones públicas, sin ir más lejos nuestro necesitado Ayuntamiento, presentan problemas similares, siendo incapaces de cumplir sus objetivos y sus obligaciones, dada la falta acuciante de un objetivo compartido y deseado y de un trabajo con criterio y coherencia, sin que nadie sepa hacia donde se dirigen y siempre al albur de ocurrencias. Por ello, son más destacables las escasas excepciones, como la que nos ocupa.

El proceso en el que está inmerso el Jaén Fútbol Sala es de una envergadura considerable, ya que, a pesar de partir de una historia destacada, y que no se olvida, no disponía de unas condiciones iniciales idóneas para intentar asentar un proyecto deportivo completo, haciéndolo en un lugar a priori inadecuado y con unos valores concretos e identificables. Y se está consiguiendo no solamente esto sino también representar a una población con unas circunstancias sociales, políticas y económicas particulares que, a su vez, se identifica con el club y hace suyos estos valores. Este es el ejemplo para el resto, para todos nosotros.

¿Qué enseñanza se puede extraer de lo realizado hasta ahora? Como hemos dicho, todo proceso está atravesado por dificultades, que sólo pueden hacerse frente con voluntad y desde la perseverancia, la disciplina y el trabajo continuo. En este caso, se trabaja con discreción y sin prisas, sabiendo lo que se tiene entre manos y, sobre todo, lo que se quiere ser. Y no hablamos sólo de los jugadores que vemos en el campo. Detrás hay un grupo de personas que dedican tiempo y sudor a que tantas cosas salgan adelante, pareciendo en la mayoría de las ocasiones más de los que son. Este trabajo, el que no sale en las fotos, el del día a día,  es otra seña de identidad. Tanto en las oficinas como en el gimnasio, en el vestuario, en las pistas de entrenamiento o en las múltiples actividades,  la humildad y el esfuerzo compartido están siempre presentes. El equipo muestra en pista la honestidad y la dedicación de un míster que conoce las fortalezas y las debilidades propias, tanto como para no sentirse mejor o más que nadie pero tampoco para dejar que se intente pisotear a los suyos. Y toda la organización, técnicos, auxiliares y las distintas categorías, se nutren de esta forma de ser y de estar.

El club se dirige con la capacidad necesaria para competir con menos recursos que otros, asegurar su futuro, sin dejarse llevar por el presente, y consolidarse en la élite sin olvidar de dónde se viene. Teniendo siempre presente el destino y que lo más importante es el proceso para conseguirlo, cueste lo que cueste, es más sencillo no rendirse para superar cualquier adversidad, tanto en lo deportivo como en lo organizativo. Los malos momentos, los pasados y los futuros, generan críticas, con o sin fundamento, y falta de reconocimiento en una sociedad cainita. Los errores se cometen como parte del camino y se afrontan cuándo y cómo corresponden. Pero, por encima de todo, la voluntad y el tesón están siempre presentes en jugadores, técnicos y afición, suficientes para superar esos obstáculos.

Cuando el proceso avanza, no sólo se acerca a sus objetivos, sino que genera desborde. Se contagia a una afición generosa y luchadora, siempre presente, dispuesta a dar más cada día y que crece sin límite. Se arrastra a un tejido social que arropa de mil maneras, desde patrocinadores a medios, que se hacen grandes conforme ayudan a levantar al club. En definitiva, un ejemplo y un lujo para esta ciudad que no siempre sabemos apreciar, más preocupados habitualmente por la crítica fácil, la envidia y figurar sin trabajar.

Demasiados motivos para dar las gracias y para aprender. Por todos ellos, y por aquellos que lo dirigen, el Olivo Arena seguirá viendo y disfrutando de este proceso. Y volverá a vivir más finales de liga, alguna de las cuales ganará, al igual que La Salobreja vio ganar finales de Liga y de Copa de Europa. Los títulos que lleguen serán un paso más del proceso, en "Honor a nuestra Historia" y al trabajo que se hace día a día, en silencio pero sin descanso. Algunos jugadores se irán, entre lágrimas como el pasado viernes, otros volverán, porque saben lo que significa este club, mientras las leyendas continuarán, haciendo lo que consideren. Pero todos ellos conociendo lo que representan y para qué: un camino hacia delante, con orgullo,  humildad y esfuerzo.

Todo esto, "tan sólo" esto, es el Jaén Fútbol Sala: un proceso ya exitoso.