Dentro de la eterna campaña política en la que vivimos, dando igual que haya elecciones o no para que recibamos nuestra ración de discursos vacíos, hay ocasiones en las que, como en Matrix, aparecen "errores" o lapsus que acercan lo que dicen los políticos a la realidad, a la verdadera, a la nuestra.
Hace unos días, Nuñez Feijóo reivindicó "la política de la palabra" porque, según dijo, "sin palabra no hay política". Uno quiere pensar que hacía referencia a la supuesta "falta de palabra" de Pedro Sánchez, a las mentiras dichas por el Presidente del Gobierno, como si fuera el único. O quizás, vaya usted a saber, se refería al forzado, seguramente por él mismo, cambio de postura de la líder del PP de Extremadura, María Guardiola, que llegó a reconocer lo que estamos exponiendo, ya que su "palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños". Sea como fuera, esta definición de la "política de la palabra" nos acerca a la publicitaria forma de hacer política actual, en la que todo son "palabras", que se anteponen a los hechos y a los datos. "Palabras" que demasiadas veces pierden su valor, bien porque no se cumplen, porque se usan a la ligera o porque se niega que fueron dichas. Estas "palabras que se las lleva el viento" son la base de un sistema de mentiras, verdades a medias y ocultaciones que se han generalizado de derecha a izquierda y de arriba a abajo, siendo cada vez más difícil para el resto digerir discursos pensados únicamente para seducir y promesas absurdas que ocultan las ambiciones y necesidades personales. En definitiva, una "política de palabras" de la que hay numerosos ejemplos.
Sin ir más lejos, Feijóo está centrando su campaña en las mentiras de Sánchez, que han sido unas cuantas, y en la promesa de una mejora "espectacular" de la economía de los españoles, sin saber muy bien cómo va a conseguirlo, aparte de repetir lugares comunes como "bajar impuestos" y "crear empleo". Sin embargo, en las conversaciones con su equipo, como la que se filtró recientemente, si hace alusión a medidas concretas, como esa Hipoteca Inversa que están estudiando para que podamos cobrar una pensión decente. Se trata de una auténtica revolución social, tanto que extraña que no ocupe los primeros minutos de todos los telediarios. Si hace unos años, la clase media se sustentaba sobre un puesto de trabajo fijo, un salario estable, una vivienda, un cierto nivel de consumo y unos servicios públicos que aseguraban las necesidades vitales, actualmente casi todos estos elementos están deteriorados, a excepción de la vivienda por la que varias generaciones se hipotecaron durante 30 o más años. Llegado a un punto en que se necesita mantener un nivel de consumo que sustente a la empresa española, esta vivienda se convertirá en lo único que puede ofrecer nuestra clase media a cambio de obtener una pensión digna, la misma por la que ha cotizado durante décadas. Se trata de otra estafa más pero que se hará pública una vez hayamos votado, porque las elecciones siguen estando dirigidas pero nunca hacia nuestros intereses sino a los de otros. Luego se ocultará todo, alegando "responsabilidad" y las "dificultades" de gobernar, justificaciones para los cambios de opinión, como nos acaba de recordar Zapatero para defender a Sánchez pero que también podría servir para Rajoy o Aznar. "Palabra", lo que se dice "palabra", tenían poca cualquiera de ellos.
Precisamente, asistimos a la rehabilitación pública del ex-presidente Zapatero, llamativa además porque no está siendo realizada por el PSOE sino por un Podemos que lo ha convertido en un nuevo referente. Se aplaude su figura a través de medias verdades y del olvido, ya que quiero recordar que aquel 15M del que muchos se siguen diciendo herederos se montó precisamente contra ZP. En la primavera de 2011 el país estalló contra la congelación de los salarios públicos y las pensiones, la subida de la edad de jubilación a los 67 años, el ataque a los convenios colectivos y a la austeridad y el pago de la deuda convertidas en prioridad para el Gobierno que inició los recortes sociales. Quizás Podemos se haya olvidado de aquellos lemas contra la reforma del artículo 135 de la Constitución, que se hizo conjuntamente con el PP, y la facilitación de miles de desahucios por parte de su nueva estrella, Rodríguez Zapatero. Más "palabras vacías" que, por otro lado, favorecen al PSOE de Sánchez, que lógicamente no dice nada al respecto.
Y es que al actual Presidente no necesita abrir mucho la boca porque habitualmente los que tiene a su alrededor le hacen muy fácil su labor de propaganda. Sus "palabras", vacías también, llenan los programas de televisión a los que no ha acudido en toda la legislatura para superar a "periodistas" estrella que distan de ser profesionales serios y las encuestas van dibujando una remontada que inició tan solo con el adelanto electoral al 23 de julio. Esta decisión consiguió desactivar la subida de Feijóo, echarle encima su relación con VOX en la constitución de Ayuntamientos y Gobiernos autonómicos, quitar a Podemos del camino de Yolanda Díaz y forzar a ésta a loar las "maravillas" del Gobierno de coalición, al no tener a mano mucho más de lo que agarrarse. El resto lo van haciendo día a día las incoherencias y contradicciones de Feijóo, que sigue hablando de los pactos de Sánchez pero se niega a reconocer que sólo podrá gobernar con ese mismo VOX al que intenta ignorar y del que todos, incluso el PP, huye cuando tiene otra opción.
Por último, Sumar se ha convertido en el representante de izquierdas del PSOE, teniendo que "vender", por ejemplo, una reforma laboral avalada por la UE y la CEOE y que el mismísimo Feijóo está dispuesto a mantener, aunque su partido votara en contra. Más mentiras de unos y otros, aunque en el fondo todos encantados porque el único objetivo era reducir la temporalidad y el número de contratos, insostenibles para la ortodoxia europea. Ahora te hacen indefinido aunque difícilmente te contraten a jornada completa o te paguen un salario decente. Una reforma con mucho maquillaje que en poco cambia la realidad laboral de los trabajadores españoles, es decir, muchas "palabras" que desvelan la verdad cuando vemos los apoyos que suscita.
Esta es la "política de palabras", la representación del mundo que quieren vendernos; la realización perfecta de una Matrix alejada de la realidad de nuestro día a día.