Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Hablar por hablar

La "excusa" de la deuda, porque aunque cierta no deja de ser conocida, es la herramienta fundamental para justificar la falta de cumplimiento de las promesas

 La comunicación verbal es un rasgo distintivo del ser humano. La capacidad para articular sonidos y convertirlos en un código lingüístico es fundamental en nuestra existencia y la base para el establecimiento de una sociedad. Esta importancia hace que sean muchos los aforismos y dichos populares sobre la comunicación, sobre el habla.

En muchas ocasiones somos capaces de establecer relaciones comunicativas sin dotarlas de contenido, sin ningún mensaje o con un mensaje falso que trasladar a nuestros interlocutores. Dicho claramente, somos demasiados propensos a "hablar por hablar", sin nada que decir, por ausencia de contenidos o para ocultarlos.

Por ejemplo, durante la reciente campaña electoral de las municipales, nuestro nuevo Alcalde insistió, como medida estrella en materia económica, en la necesidad de realizar una "auditoría externa" que estableciera una imagen cierta y precisa de la situación económico-financiera del Ayuntamiento. Nada novedoso, por cierto, puesto que la misma idea se ha repetido por parte de distintos partidos al menos en los últimos tres mandatos municipales. Sin embargo, nada más acceder al cargo, la media ha quedado reducida a dos áreas municipales y unos fondos de inversión europeos. Escasa incidencia y efectividad del recién llegado.

Quizás se le deberían haber recordado las palabras de un anterior Alcalde que, ante la misma propuesta, y haciendo gala de su condición de Profesor universitario en Derecho Financiero y Tributario, sentenció que "la ley encomienda exclusivamente las funciones de control financiero interno los funcionarios públicos, en este caso de habilitación nacional", quedando la auditoría privada como una asesoría y sólo para los Organismos Autónomos. Es decir, que no es posible por ley lo que se pretendía Por tanto, podríamos decir que "hablar es gratis", en referencia a las promesas vacías de las campañas electorales o a que, como decía Azaña de los españoles, si "habláramos sólo y exclusivamente de lo que se sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar".

Esta medida, de haberse realizado, ya que "del dicho al hecho, hay un trecho", supondría además un gasto extra en un Ayuntamiento con una complicada situación económica, lo que no se relaciona con la otra gran declaración pública del nuevo primer edil. Por ello Montesquieu recomendaba "no hablar de las cosas hasta después de que estén hechas."

Nuestro alcalde ha repetido la ya habitual denuncia sobre la herencia recibida, dejando claro el derroche y el caos organizativo en el que se encuentra inmersa la administración municipal. Nada nuevo, ni la situación del Ayuntamiento ni la queja sobre "cómo lo han dejado", siendo ésta una costumbre bastante arraigada cuando se accede a una cargo público.

La "excusa" de la deuda, porque aunque cierta no deja de ser conocida, es la herramienta fundamental para justificar la falta de cumplimiento de todas las promesas realizadas, ya que se culpa a otros de lo que sólo corresponde a uno mismo. ¿No se presentó precisamente para solucionar la "deuda", el "derroche" y la "mala administración"? Si no tenía soluciones a estos males o no sabía que existían, ¿para qué pensaba que se le iba a votar? Sin embargo, resulta más fácil argüir la distancia entre lo que se pretende hacer y lo que se puede hacer, porque, como ya sabemos, "hablar es muy fácil; lo difícil es hacer lo que se dice".

Sin embargo, Tagore pensaba que "es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad". Porque, si la situación del Ayuntamiento es tan mala y este es el motivo para modificar todas las promesas realizadas, no se explican las siguientes decisiones de nuestro Gobierno municipal.

En 2015, con una deuda viva de algo más de 400 millones de Euros, el Gobierno del PP propuso 14 liberaciones en exclusividad para los concejales y 12 contratados como personal eventual, los cargos de libre designación. Ahora, con una deuda viva de más de 500 millones, y una total de 620 millones según el Alcalde, otro Gobierno del PP propone que las liberaciones exclusivas sean 17 y los asesores 24. Extraña decisión. Siendo deseable que todos, empezando por nuestros representantes públicos pero siguiendo por nosotros, cobremos unos salarios lo más altos posibles, parece que no es de recibo que con la situación que "se han encontrado" e intuyendo que va a haber que ajustar y recortar partidas presupuestarias, lo primero que se haya hecho no sea ajustar las retribuciones, para que la buena administración, la ejemplaridad y la austeridad sean para todos.

Y es extraño también que el resto la corporación tampoco haya dicho nada, incluyendo el partido que venía a cambiarlo todo y ha empezado por lo de siempre, porque, según Freud, "uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice".

Pero, a pesar de todo, lo que de verdad deseamos es que de tanto hablar por hablar no acabe cumpliéndose lo que decía Groucho Marx: "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados".