Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Jaén rebosa

Rebosa de las goteras que caen en nuestros edificios, en nuestras instalaciones, en nuestro días a día

La gran noticia de la semana en Jaén es que ha llovido durante varios días seguidos, algo que en estos tiempos de sequía resulta esperanzador. Una auténtica alegría aunque haya sabido a poco y estemos deseando que llegue otra borrasca, se llame como se llame, porque con esto no nos alcanza siquiera para empapar nuestra tierra.

Sin embargo, para lo que si alcanza este agua (y también mucha menos) es para sacar a la luz las eternas deficiencias de algunas instalaciones de nuestra ciudad, y concretamente de las instalaciones deportivas. No es nada nuevo y muchos de nosotros lo venimos sufriendo habitualmente desde hace años: cada vez que caen cuatro gotas en Jaén, los que no se alegran son aquellos que pretenden practicar algún deporte o que quieren presenciar alguna competición deportiva; cientos de niños se quedan sin poder entrenar o jugar, decenas de deportistas tienen que detener su actividad,...

Seguramente no se trate de un tema trascendental, comparado con los verdaderos dramas que nos encontramos a diario en nuestras calles, pero sí es significativo, ya que se trata de un reflejo de los males de fondo, de las razones por las que los grandes problemas no encuentran solución en la capital jiennense. En estos casos, nada mejor que echar mano de la hemeroteca para hacer una retrospectiva y tomar la distancia suficiente como para ver la similitud con otras cuestiones que también nos afectan.



Tanto La Salobreja (su pabellón, su gimnasio, sus pistas cubiertas y al aire libre, sus piscinas, etc.) como Las Fuentezuelas, llevan años sufriendo enormes problemas, superficiales y estructurales, que afectan a su uso. Ya en los años 80 el Balonmano Jaén, que jugaba en División de Honor, entrenaba en ocasiones en un pabellón con goteras y en los 90 el Oliva Secavi, campeón de Europa de Fútbol Sala, corría la misma suerte. También recuerdo, allá por el año 2010, cuando hubo que remodelar toda la estructura del pabellón de La Salobreja, entonces el único utilizable de Jaén, porque las filtraciones de la piscina habían socavado los cimientos y presentaba riesgo de colapso.

En todo este tiempo, no sólo es que las instalaciones hayan tenido que cerrarse cada vez que llueve (por las numerosas goteras, o casi "cascadas", que presentan las cubiertas), o que se usen en condiciones tercermundistas (agua fría en las duchas, instalaciones de agua o eléctricas en mal estado o al descubierto, materiales con desperfectos por la falta de reparación o afectados por otros daños, etc.), sino que se han tenido que suspender o aplazar competiciones, desde amateur hasta profesionales, por desprendimientos y riesgos varios para la seguridad de público y participantes. Sólo señalar, por si alguien no lo sabe, que en esta ciudad se han llegado a disputar encuentros de la máxima competición nacional de un deporte profesional, con una asistencia de 1200 personas, mientras en el tejado había operarios achicando agua para evitar que las goteras encharcaran la pista.
Es una situación que se prolonga desde hace muchos años, afectando al normal uso de unas instalaciones municipales, de todos nosotros, e impidiéndonos, cuando menos lo esperas, hacer precisamente aquello que su supone que debería hacer toda la población (actividad física) o realizar tu trabajo (competición profesional) y dando una imagen lamentable del Ayuntamiento, de la ciudad y de todos nosotros.

Durante al menos los últimos 8 años, hemos tenido a cargo de estas instalaciones a dos concejales, de distinto partido, con capacidad más que de sobra para afrontar el problema y muy conocedores de la situación. De hecho, cada uno de ellos se ha dedicado, mientras estaba en la oposición, a denunciar las deficiencias y a acusar al otro, que se encontraba gobernando, de no ser capaz de solucionarlas. Pueden ustedes revisar notas de prensa desde hace años hasta hace poco en las que se acusa tanto al equipo de gobierno del PP como al del PSOE de no hacer nada y permitir goteras, desprendimientos, riesgo de accidente, filtraciones, desperfectos de todo tipo, instalaciones cerradas, etc.; hay cientos de ellas.

Curiosamente, cuando los responsables de estas notas de prensa accedían al cargo, los problemas continuaban y su discurso pasaba a ser de justificación, a pesar de realizar, ambos, actuaciones que supuestamente iban a solucionar los desperfectos, mejorar las instalaciones y dotarnos de unas estructuras dignas. Se han hecho y se han gastado cientos de miles de euros en arreglar las instalaciones deportivas municipales en los últimos años pero nada ha cambiado: continúa el abandono porque no se hace lo suficiente; no hay más. Es decir, saben lo que ocurre, critican que el rival no lo solucione y, cuando le toca a ellos arreglarlo, ponen un parche y nos dicen que la culpa es de otro. Y vuelta a empezar.
Por ello, este es el mejor ejemplo de aquello en lo que se ha convertido nuestra política local. Existe un problema conocido por todos, identificado y del que se supone que se sabe la solución; se echan las culpas entre los políticos en el cargo, los de ahora y los de antes, sin que nadie asuma la más mínima responsabilidad en el asunto; se utiliza el malestar ciudadano y los posibles accidentes que pudieran ocurrir bien para criticar al oponente o bien para sacar pecho cuando se realiza alguna mínima e insuficiente actuación; pero el problema persiste porque no cambia lo fundamental, con lo que se repite de nuevo el ciclo. Y si nada cambia es porque a nuestros representantes públicos les es más cómodo y útil mantener este tipo de problemas, para poder utilizarlos frente al rival, antes que solucionarlos o denunciar que no pueden solucionarlos, por falta de apoyo, por responsabilidad de administraciones superiores o por cualquier otro motivo. Eso sería señal de ser responsable y estar dispuesto a todo por solucionar los problemas.

En el fondo, los verdaderos culpables somos todos nosotros, que permitimos que esto ocurra una y otra vez. Parece que no ha llegado todavía la gota que colme el vaso del hartazgo de esta ciudad. Hace unos días, el entrenador del principal equipo deportivo de la ciudad tenía que volver a alzar la voz ante el esperpento y la vergüenza de tener que suspender la actividad de varios equipos ante unas pistas inundadas pero seguramente caerá en saco roto de nuevo.

Jaén rebosa y no precisamente de un agua salvadora que riegue nuestra tierra. Rebosa de las goteras que caen en nuestros edificios, en nuestras instalaciones, en nuestro días a día. Rebosa de la dejadez de los que están al cargo, más ocupados de sus propias campañas de marketing que de hacer su trabajo. Pero todavía no rebosa lo suficiente. Esperemos que llegue más agua, para nuestro campo y para que despertemos de este letargo en el que nos mantenemos, aguantando más de lo que deberíamos aguantar.