Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Lo político

Inmersos en otra campaña electoral, habría que empezar a criticar o halagar a uno u otro candidato; a alabar o menospreciar cualquiera de sus promesas...

Inmersos en otra campaña electoral, habría que empezar a criticar o halagar a uno u otro candidato; a alabar o menospreciar cualquiera de sus promesas o recordar su actuación pasada. Todo ello desde esa rivalidad futbolística con la que vivimos la política: los míos y los otros. Somos de un partido haga lo que haga, como del Madrid o del Barça, y si las cosas van muy mal para los nuestros nos limitamos a decir que "los otros más" o "yo soy apolítico".
Según el CIS, junto al paro, la sanidad y la educación, de los 12 problemas que más preocupan a los españoles, 6 son "el Gobierno y los partidos políticos", "la corrupción", "el mal comportamiento de los partidos", etc. Sin embargo, el problema no son los políticos si no lo político.
La política no es más que la gestión de nuestra sociedad y, como inevitablemente vamos a seguir viviendo socialmente, alguien la hará y alguien elegirá cómo se hace. La clave es si preferimos hacerla o que la hagan por nosotros, para nosotros o contra nosotros. Si sufrimos una política mediocre y negativa no es algo ajeno a nosotros, ya que finalmente cada sociedad tiene aquello que se merece, por acción u omisión.
La labor pública ha sufrido un desprestigio que hace que gran parte de la población la rechace, sin ser ya una salida de promoción y disminuyendo el talento y la preparación. Todo lo relacionado con la política levanta sospechas, alejándose de una labor de servicio y noble profesión. En ello tienen que ver, evidentemente, las estructuras de todos los partidos donde solo se premia la lealtad y la ausencia de crítica a cambio de una estabilidad laboral y una buena remuneración económica. También el sistema de dependencia de la Administraciones Públicas, que coapta a medios y al resto de sociedad civil, todos al servicio de quien maneja el dinero público. El paraíso para la corrupción.
Quienes se dedican a la política han fallado en su diagnóstico pero también en las soluciones a aplicar y en la humildad para asumir sus errores, culpando al electorado. Y, enfrente, una población que acepta esta situación porque vive en la inmediatez y la falta de perspectiva. Como en el fútbol, sólo vemos el resultado, dando por buenas medidas superficiales donde los beneficios son inmediatos y los costes dilatados en el tiempo. Queremos soluciones y proyectos, inmediatos y sin costes, lo que es imposible. Así, nuestro problema no son las elecciones si no entender y participar en lo político, que es todo y que a todos nos atañe.