En la sesión parlamentaria del Congreso sobre la crisis energética y económica, Sánchez, sin pretenderlo, nos expuso la pregunta clave para entender la motivación última de las decisiones políticas que nos afectan cada día. El Presidente del Gobierno enumeró los errores y falsedades que ha cometido Feijóo y ante cada uno de ellos se preguntó si eran debidos a la "insolvencia o mala fe”.
Este juego retórico, que no pasa de ser un ataque a un rival abrumado que demostró no dominar las más básicas reglas del juego, encierra una verdad política importante. ¿Cuántas veces no se han preguntado cuál era el motivo de tal o cual decisión de un gobernante? En cualquier ámbito (local, nacional o internacional), nuestros representantes actúan de tal manera, o no lo hacen en absoluto, que uno podría pensar que se mueven por la ignorancia, la incompetencia o la mala fe. Sin embargo, hay otra posibilidad, otra razón de los comportamientos a los que no encontramos explicación. Existe una incapacidad para actuar y para cambiar aquellas situaciones negativas que se producen en nuestra sociedad y, habitualmente, esta incapacidad esconde la defensa de ciertos intereses ideológicos, de grupo y de clase. Es decir, es el interés, o los intereses, personales, partidistas o de grupo los que están detrás de adjetivos tan utilizados para describir nuestra actualidad política como: "bajo nivel", "incompetencia", "crispación", etc. Y, por tanto, ante cada actuación o falta de ella no debemos preguntarnos "¿por qué?” sino "¿a quién beneficia?", porque el "a quien perjudica" siempre va a estar claro.
Como decía antes, esta máxima puede aplicarse a cualquier ámbito. Pensaba utilizarla para explicar, y explicarme, cómo es posible que la UE no sea capaz de controlar la inflación que nos afecta. Pero, en esas, me encontré con la alarma que lanzaba una concejala del PP de Jaén, sobre la "situación dramática" del comercio del casco histórico de nuestra ciudad. Sin embargo, lo que llamaba la atención no era la descripción de una realidad bien conocida desde hace tiempo, y que apena a la vez que preocupa e indigna, sino la explicación de la misma, según esta concejala debida a los "signos claros del agravamiento de la crisis económica durante el mandato de Pedro Sánchez". Sí, lo que oyen. Uno podría pensar que estamos ante una ligera amnesia que no recuerda las alertas de las Federaciones de comerciantes de hace casi un lustro porque "más de un tercio de los locales comerciales del centro estaban cerrados o en liquidación" o las críticas a cómo les afectaría la apertura del Jaén Plaza en 2018 o el proceso de peatonalización de 2019. Este "desierto comercial", descubierto ahora por el PP, ha protagonizado campañas de comerciantes, de la escuela de arte, de partidos políticos, etc. a lo largo de casi una década por lo que no parece que pueda echarse sobre las espaldas de Sánchez.
Quizás, para entender las causas reales, nuestra concejala pueda pedirle ayuda a su compañero, anterior alcalde y ahora senador, Javier Márquez, para el que Jaén siempre ha estado "lejos del agotamiento de los centros comerciales" (a pesar de la amenaza de cierre del Corte Inglés). Él podría explicarle que no ha sido Sánchez sino "la eclosión del comercio electrónico y en el auge de las empresas de reparto" quien "se va a comer parte de los centros comerciales y del comercio tradicional".
Por tanto, lo de nuestra concejala no sería incompetencia ni mala fe, sino falta de información entre sus propios compañeros, que dominan el tema tras gobernar esta ciudad durante décadas e implantar los grandes cambios urbanísticos y comerciales. Algo le tendrán que decir sobre el porqué del "Jaén vaciado".
Es probable que el anterior alcalde siga empeñado en culpar a quienes están con el agua al cuello de no adaptarse a las nuevas tecnologías o de no ser moderno y creativo en las redes sociales, como hizo durante su mandato para ocultar su responsabilidad. Pero más allá de las crisis económicas y las circunstancias de cada negocio, el progresivo estancamiento comercial, económico y social de nuestra ciudad y de lo que durante décadas fue su centro neurálgico tiene otros motivos y otros intereses, qué quizás también conozca y esconda nuestra concejala.
No se puede apoyar el pequeño y mediano comercio de Jaén y, por otro lado, que tu acción de gobierno sea dificultar el acceso al centro de la ciudad y hacer todo lo posible para abrir un centro comercial en las afueras. Esto no es ni ignorancia ni mala fe, sino una apuesta. Una apuesta que ha mantenido el actual alcalde del PSOE.
Hay que tener un poco de memoria y situarse en 2007, en la inauguración del Corte Inglés en Jaén. Allí, Gaspar Zarrías dijo «Esta tienda, lejos de ahogar al comercio tradicional, es un revulsivo y además genera ebullición en su entorno urbano y en el negocio inmobiliario. Hace que la ciudad hierva». Podemos ver ahora como se encuentra la zona y los pocos negocios locales que han sobrevivido. O los empleos tan precarios que se han mantenido en el propio centro comercial, después de que en su apertura muchos jóvenes, y no tan jóvenes, jiennenses creyeran haber encontrado el empleo de sus vidas.
Entre el modelo de grandes superficies e Internet y el pequeño comercio, los pequeños tienen pocas posibilidades de salir adelante porque sus costes fijos son mucho más elevados, tienen menos opciones de negocio en un mundo empresarial concentrado y mayor presión fiscal. Así, aumentan los falsos autónomos, que ya son trabajadores por cuenta ajena a los que se han trasladado los costes de su actividad, y los trabajadores pobres. Se trata de dos modelos comerciales y económicos opuestos y, si se apuesta por más centros comerciales mientras se le dice a los comerciantes de Jaén que la culpa es de Internet, se está eligiendo bando. Se elige modelo y quien se queda con los beneficios, que no se quedan en Jaén.
Por tanto, y respondiendo al "a quién beneficia", los que ocultan la verdad han elegido y defienden otros intereses. ¿Y nosotros? En este momento de extremas dificultades para el pequeño comercio, que genera empleo y es medio de vida de un importante número de personas, no deberíamos dejar que nos engañasen y defender nuestros intereses, los de Jaén.