Aurea mediocritas

Nacho García

Clúster educativo

Con una visión tan empresarial del nuevo producto “Educación”, se aviene la formación de clústeres educativos

Parece que en Jaén capital va a constituirse un nuevo Centro Integrado de Formación Profesional, el segundo de la provincia tras “La Hacienda La Laguna”. La antigua Acelerada volverá a ser lo que fue, una especie de homenaje al himno andaluz y a las tradiciones. En el claustro hay una mezcla de estupor (supresión de plazas, desplazamientos con daños a terceros o simplemente mucho esfuerzo tirado a la basura) aunque también de alivio, pues en el fondo siempre se vio una intromisión o agravio la intrusión de alumnado de ESO pululando por los pasillos.

Esta transformación podría parecer un revival “popular” de la creación en los años 50 de los Institutos Laborales, in illo tempore debido a los bajísimos niveles de educación general del país, donde este modelo de formación profesional fue reconocido y valorado. Aquella enseñanza estructuraba la formación en aprendices, oficiales y maestros.



La cuestión ya cambió en los años 70 con la LGE y la implantación de los niveles de FP de grados I, II y III. Recuerdo que en los años 80, siendo yo pequeño, algunas tardes iba a ver a mi madre, que trabajaba de profesora de Lengua o Francés, materias comunes en el Instituto de Formación Profesional San Juan Bosco, de Jaén, tras la escisión del antiguo IPFP de Jaén, hecho que daría lugar a la segregación de Las Fuentezuelas, donde también se impartirían enseñanzas medias.

Más aún cambió el panorama de la formación profesional en los años 90, cuando con la LOGSE esos centros exclusivamente politécnicos se transformaron en IES, articulándose los módulos profesionales como formación específica tras la ESO y Bachillerato, denominándose Ciclos de Grado Medio y Superior, creándose los Programas de Garantía Social (PGS) para quienes no hubiesen obtenido título. La LOE (2006) sustituyó dichos PGS por los PCPI (Programas de Cualificación Profesional Inicial) y alumbró la nueva modalidad de formación dual (un sistema dual con semejanzas con la LGE de 1970, articulada en FP1 y FP2). La LOMCE (2013) sustituyó los PCPI por la FPB (Formación Profesional Básica), que permitía acceso al grado medio a partir de los 17 años, previo examen. 

La vigente LOMLOE (2020) directamente elimina requisitos de edad para acceder a FP, incluye programas de “segunda oportunidad”, integra la formación general y la profesional, mejora el reconocimiento social de la FP, baja la nota para acceder a becas, oferta más plazas y más titulaciones, etc. (no sigo, lo demás es propaganda). Además, ahora, replantea los Centros Integrados de FP. Como ven, un mutatis mutandis en toda regla y, a la vez, un nihil novum sub sole de manual, que provocan alguna irónica sonrisilla (que oculta un “ya lo decía yo”) entre los veteranos nostálgicos e indignación o alivio entre el profesorado en activo.

Pues no, olvídense de todo el relato anterior. Ni es un revival ni una mirada retro ni un modelo educativo vintage, sino “una apuesta moderna por una red de centros punteros que haga realidad el sistema integrado de formación profesional”. Guau, qué palabrerío gasta la administración, cuánto circunloquio, qué ambages metafóricos para maquillar las cifras de bases de datos y hojas de cálculo infinitas; pero, sobre todo, qué verborrea para ocultar los bajísimos niveles no ya de enseñanza, sino de educación (PISA dixit). No sé, parece una huida hacia delante aunque con una inversión del refranero, pues ahora los obreros son muchos y la mies, poca.

De telón de fondo, la progresiva dependencia de la educación de parámetros socioeconómicos, casi comerciales. Con una visión tan empresarial del nuevo producto “Educación”, se aviene la formación de clústeres educativos, que probablemente derivarán en la formación de cárteles, luego trusts que degenerarán en holdings. Habrá sucesivos procesos de fusión (ya ocurrió con el Fuente de la Peña) y de fisión (ocurrirá en El Valle), con centros educativos que se aglutinarán o se dividirán, bien ofreciendo el mismo servicio bien diversificando la oferta, para rentabilizar la inversión y ganar cuota de mercado, en una injusta y desigual concurrencia competitiva, vendiendo su alma al mejor postor. Ríete, Dorian Gray.

Y el profesorado y el alumnado, como náufragos en un océano de confusión capeando el temporal a bordo de una pobre barquilla que, como aquélla de Lope de Vega, acabará “entre peñascos rota, sin velas desvelada, y entre las olas sola”.

 

PD. Ni siquiera copyright. Ya hubo un instituto El Valle, de Elda, que se transformó en centro integrado en 2016. Como diría Ana Pastor: “dichosa hemeroteca”.