A lo largo del siglo XX (dos equis para empezar), la tasa de analfabetismo fue disminuyendo progresivamente. Una de las imágenes más icónicas y prototípicas era la de alguien firmando con una X cualquier documento porque no sabía leer ni escribir, aunque en la Edad Media esa X significase además que el firmante era cristiano. El analfabetismo se confundía con la ignorancia y condenaba a la “incultura del silencio”, según Paulo Freire.
Hoy en día, otra X se ha convertido en el símbolo de un nuevo analfabetismo cultural que, a través de un proceso de desculturación, intenta distorsionar la cultura propia de un individuo o sociedad, promoviendo su reemplazo por otra cultura más dominante; o que, a través de la transculturación, implica la pérdida de la cultura existente y la creación de nuevos modelos o referentes culturales. Todo sobre la base de la desinformación tóxica y viralizada por bots, de la que hay que huir, de hecho, ya hay gente huyendo.
¡Ay, la X! Vaya letra más historiada, primero griega y luego latina. Con Alfonso X, la cultura alcanzó un esplendor sin parangón. La Escuela de Traductores de Toledo realizó una labor de integración de todas las ramas del saber mediante la traducción, interpretación y estudio de textos, lo cuál permitió un renacimiento filosófico, teológico y científico en España y luego en Occidente.
La X siempre fue la incógnita que había que despejar en una ecuación, la variable independiente de una función o uno de los ejes de coordenadas que, junto con la y y la z, ha dado muchos quebraderos de cabeza a demasiada gente. La X es también el símbolo del elemento químico, mientras Z es el número atómico. X y Z y se transforman en Equis y Zeda en la Fábula de Gerardo Diego. Ah, no olvidemos los “Rayos X”, que Röntgen descubrió, pero no comprendió.
En el arte cinematográfico, la clasificación X o XXX se utilizaba para las películas pornográficas, reservadas para adultos, aunque también la X hace referencia a ScreenX, la primera plataforma de multiproyección del mundo que permite una visualización de 270° al expandir la pantalla central a las paredes laterales y la triple XXX se usaba para marcar jarras de alcohol ilegal.
La X sirve para marcar las respuestas correctas o tachar respuestas equívocas, para consignar el empate en las quinielas o para llamar a lo desconocido, simplemente para cancelar o etiquetar tallas muy pequeñas (XXS) o muy grandes (XXXL). Está en nuestros cromosomas, señala en los mapas o elige en papeletas, aparece en algunos expedientes secretos e incluso se transforma en besos al final de las cartas.
En fin, la X es una letra histórica y para ser de las menos usadas de nuestra lengua, es bastante frecuente. La antigua X, como ven, forma parte de nuestra cultura. Así que, si quieren huir de la nueva X, háganlo, pero sigan usando nuestra letra x, no es extraña ni extravagante ni excéntrica. Como dicen ahora, se hace vintage. Parafraseando a Ortega y Gasset: “nada moderna y muy siglo XXI”.