Con perspectiva sureña

Redacción

And the winner is…

Feijóo que, inicialmente, quiso marcar distancias con VOX, ha asumido su discurso

Si algo han dejado claro las elecciones del 28-M es que la ultraderecha patria vuelve a tener la llave para que el PP gobierne en ayuntamientos y comunidades autónomas al triplicar el número de concejales, pasando de los 530 conseguidos en 2019 a los casi 1.700 obtenidos este domingo; situándose de esta manera como la tercera fuerza nacional con mayor porcentaje de voto. VOX es una historia de éxito para sus fundadores. El domingo logró su principal objetivo: ser la fuerza política determinante. El próximo reto: exportar el modelo de coalición en Castilla y León a otros territorios como Valencia, Aragón o Baleares. Su presencia en nuestras instituciones se ha materializado con un apoyo constante e invariable en cada cita electoral desde su irrupción como partido político en 2014, pero su gran triunfo se produjo cuando el PP decidió sellar con ellos acuerdos programáticos en diferentes lugares de España, entre ellos Andalucía, normalizando a una formación que sigue despertando más de un recelo en el seno de la UE. Con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, cabe preguntarse sobre el grado exacto de regresión que sufriríamos, y muy especialmente los sectores más débiles de la sociedad, con un gobierno de PP y VOX. Conviene repasar las declaraciones de los líderes conservadores para concluir que una victoria de las derechas nos llevarían a retroceder en igualdad, justicia fiscal, defensa de lo público, respeto a la diversidad o protección del medio ambiente. Ambos partidos, como hemos visto, gobiernan sin la menor tensión en asuntos de economía como se ha demostrado en Madrid o en Andalucía donde la rebaja fiscal acordada beneficia fundamentalmente al 0,7 por ciento de los andaluces. En el fondo, con matices, comparten valores y agenda y quizás solo disienten en el acento más que en la esencia de su ideología. Feijóo que, inicialmente, quiso marcar distancias con VOX, ha asumido su discurso, no sabemos si es porque comparte ideología, por oportunismo político o como parte de una estrategia para evitar la sangría de votos populares hacia la nueva extrema derecha desgajada del PP. El hecho es que dirigentes de la extrema derecha patria han tenido una exposición mediática constante y acrítica; han recorrido platós de televisión en horario de máxima audiencia, han disfrutando de jugosos minutos que han contribuido a su blanqueamiento permitiéndoles exhibir un rostro más amable y cordial. Sin embargo, su entrada en las instituciones representa un evidente peligro de erosión de los valores de la tolerancia, el respeto, el diálogo, y la justicia social algo que nos debería hacer reflexionar sobre qué está fallando en el sistema democrático para que cada vez más gente concuerde con ideas que pretenden destruirlo desde dentro. Qué es lo que estamos haciendo tan mal para que una ideología que pretende reconstruir un pasado que significó la ruina de España y Europa gane tantos adeptos.