Vaya por delante que aún no he pisado el nuevo Jaén Plaza; ni tampoco, valga la redundancia, he sido una asidua al centro comercial La Loma; ni siquiera el Nevada Shopping ha formado parte de mis preferencias en mis escapadas a la ciudad de la Alhambra. Sería una descortesía perderme por unas galerías en vez de disfrutar de la belleza de la Carrera del Darro, uno de los paseos más bonitos de la vecina Granada, de sus emblemáticas tabernas y de sus pequeñas tiendas de artesanos. Llegados a este punto confieso que estos templos de ocio y consumo tan amplios, tan bulliciosos y tan despersonalizados (las franquicias provocan cierto mimetismo en todos los centros comerciales) no forman parte de mis lugares favoritos a la hora de comprar. Ni antes ni ahora. El Jaén Plaza es el destino de moda de muchos jiennenses. Su apertura ha ido acompañada del cierre de dos grandes firmas en el núcleo urbano: Zara y Bimba y Lola. Ambas han hecho las maletas para instalarse en las nuevas galerías. Incluso Zara del centro comercial La Loma ha chapado también sus persianas. Ignoro si se seguirán produciendo más bajas, pero estas dos últimas se incorporan al listado de franquicias y tiendas de toda la vida que han ido desapareciendo del casco urbano y cuyos locales exhiben desde hace años enormes rótulos de inmobiliarias con los mensajes “Se alquila”, “Se traspasa” o “Se vende” ¿Veremos también un cierre masivo de comercios en La Loma? Si bien la ciudad ha abrazado con entusiasmo esta una nueva superficie, también han surgido serias dudas sobre cuál será su impacto real tanto en La Loma como en el comercio tradicional; este último, si cabe, es el más perjudicado tanto por el alto coste de los alquileres como por esa tendencia al alza de las compras online. Hay quién ve en este escenario una oportunidad para convertir el centro de Jaén en un gran espacio para la hostelería cómo si esto no fuera así ya. La Carrera, la plaza Deán Mazas o la plaza de la Constitución son una muestra de cómo algunos entienden la política de revitalización de los espacios públicos, transformándolos en espacios de ocio y consumo. Restaurantes, bares, cafés… invaden espacios estratégicos de las principales calles y plazas de Jaén limitando el libre paso y acceso para el resto de la población. ¿Esta es la ciudad que nos depara el futuro? Jaén no es Sevilla, ni siquiera el volumen de turistas es el mismo para jugarlo todo a una carta. Al día de hoy, lo único cierto es que el pequeño comercio languidece, así como el corazón de nuestra ciudad, mientras el nuevo megaespacio aspira a convertirse en la máxima expresión del consumismo local y para muchos, sinónimo de modernidad y progreso. En cualquier caso, Jaén Plaza será rentable para algunos bolsillos, pero no tanto para el pequeño empresario que además de reinventarse, vital para su sustento, requiere de una administración que apueste por dar vida a las urbes con propuestas cada vez más cercanas y singulares. Sin duda el nuevo centro comercial será una atracción para los vecinos de los pueblos, pero también, sin duda, impedirá que pisen el centro de la ciudad.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaJaén Plaza versus comercio tradicional
Hay quién ve en este escenario una oportunidad para convertir el centro de Jaén en un gran espacio para la hostelería