Con perspectiva sureña

Antonia Merino

Cruzada censora

La extrema derecha ha desempolvado ese baúl con olor a naftalina para iniciar una contienda

En su particular cruzada censora, Vox señala y pone en la diana a la cultura como el enemigo a batir. Su mera presencia en la sociedad y el empeño de algunos sectores económicos y mediáticos de minimizarlo está generando cierta zozobra en distintos ámbitos de la vida socio-cultural de este país. Desde que el Partido Popular les abrió las puertas de las instituciones, como sus socios “preferentes” de gobierno, la cruzada de la ultraderecha contra la cultura es una constante. Si ya fue discutible condenar a titiriteros o raperos por ciertas letras ofensivas para algunos, Vox ha aterrizado en las instituciones trazando el camino: impulsar la tauromaquia y fomentar la caza; al tiempo que nos ha ido dejando un reguero de cancelaciones de eventos culturales desde la constitución de los Ayuntamientos. Lo que parecía un escenario imposible de revivir en pleno siglo XXI es ya una realidad. La extrema derecha ha desempolvado ese baúl con olor a naftalina para iniciar una contienda contra aquellos aspectos culturales que no encajan con su imaginario nacional católico; y todo, con la anuencia del PP. Una autentica irresponsabilidad por parte de los populares, tan dados a enarbolar la bandera de la libertad mientras silencian los desmanes de sus socios de gobierno. Está claro que no ha sido un simple acuerdo programático, es un plan encaminado a secuestrar esa libertad de expresión y eliminar cualquier propuesta contraria a su ideología. Prohibir la representación de obras de teatro y la proyección de películas, vetar la adquisición de documentos por las bibliotecas públicas, retirar banderas del colectivo LGTBIQ+ de instituciones públicas o desautorizar actos donde se utilicen las lenguas cooficiales son algunos de los ejemplos más elocuentes de ese quebrantamiento de los derechos de los ciudadanos, reprimiendo tanto su libertad intelectual como su creatividad. Cada uno de estos vetos, cada censura, cada cancelación entraña una violación en toda regla de las libertades que ampara la Constitución, el mismo documento que esgrime el PP cuando le interesa.