Esta semana el director del diario digital #ExtraJaen, Raúl Beltrán, nos recordaba en su último podcast (https://extrajaen.com/actualidad/podcast-el-bombardeo-de-jaen) el intenso bombardeo que sufrió la ciudad de Jaén un 1 de abril de 1937 por parte de la aviación sublevada. El brutal ataque produjo 157 víctimas como consecuencia de las bombas y el fusilamiento de 128 partidarios del levantamiento militar del 18 de julio, encarcelados en la Prisión Provincial y la Catedral, como represalia. Sin embargo, este hecho histórico como tantos otros fue lacrado y sellado por el franquismo. El silencio, impuesto por la dictadura, se transformó en la herramienta que favoreció la impunidad de los verdugos y acalló las voces de los que aún siguen buscando por las cunetas a sus seres queridos ante la necesidad, tan humana y al mismo tiempo tan transversal a cualquier ideología, de darles una sepultura digna. Si nos indignamos por el caso de la familia de Marta del Castillo, cómo no vamos a hacerlo también con los represaliados que yacen fuera de los cementerios o dentro de ellos en fosas comunes. “¿Qué revancha puede haber en querer llevarle flores a tu padre?”, se pregunta en una entrevista Paco Rosa, autor, junto a Rodrigo Terrasa, del cómic “El abismo del olvido”, la novela gráfica que aborda con gran dosis de humanidad las fosas comunes del franquismo. La lucha actual por la recuperación de la dignidad y la memoria de las víctimas de la Guerra Civil empieza precisamente por recuperar la historia y el recuerdo exhumando y reconociendo a todos los que se jugaron la vida defendiendo la libertad y la democracia. Una libertad y una democracia que no tienen nada que ver con el uso espurio que hace la derecha de ambos términos. No se puede hablar de valores o cultura democrática cuando siguen empeñados en desfigurar los 40 años de dictadura franquista; cuando impiden devolver la dignidad a quienes fueron asesinados/as y arrojados/as a cunetas y barrancos; cuando hablar de las víctimas de la represión, de los campos de concentración, de los juicios sumarísimos les genera más sarpullido que indignación; cuando borran los versos del poeta Miguel Hernández de un memorial a las víctimas de la Guerra Civil; dejan sin fondos el premio de poesía del escritor de Orihuela; censuran obras de teatro como la del dramaturgo jiennense Alberto Conejero “El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca”, basada en la vida del maestro republicano Antoni Benaiges; recuperan placas con nomenclatura franquista o simplemente financian la Fundación Francisco Franco (¿Quién imagina una Fundación Hitler en Alemania?). La cruzada contra la memoria histórica ha comenzado a cristalizarse en las comunidades de Aragón, Cantabria, Castilla y León y Comunidad Valenciana, las cuatro gobernadas por PP y VOX. No es casualidad, es una batalla ideológica. El ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya dijo: “Ni un euro público más para las fosas de la guerra”. Y esta promesa, a diferencia de otras, sí que la cumplió negando recursos públicos a los familiares de las víctimas del franquismo que siguen viviendo su particular “duelo congelado”, frente a los represaliados en territorio republicano, que recibieron una sepultura digna en sus lugares de origen en virtud de disposiciones legales dictadas en 1939 (Véanse, a modo de ejemplo, las placas de la Catedral de Jaén en memoria de "los mártires de la fe por la Guerra Civil"). Lo cierto es que a la derecha le queda mucho camino que transitar por la senda democrática, por más que se le llene la boca de libertad, por más que ondeen la bandera constitucionalista, sigue negando los crímenes lesa humanidad del franquismo.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaCruzada de PP y VOX contra la memoria histórica
No se puede hablar de valores o cultura democrática cuando siguen empeñados en desfigurar los 40 años de dictadura franquista
Casas destruidas en el bombardeo de Jaén.