Con perspectiva sureña

Antonia Merino

ETA, el comodín

La hemeroteca, bendita herramienta no amortizada lo suficiente, nos recuerda que la derecha también ha hablado, dialogado y negociado

El PP tiene la insana costumbre de invocar a ETA cuando se avecinan unos comicios o cuando el ambiente político lo requiere para tensionar aún más el debate. Ha convertido a la desaparecida banda terrorista en la mascota que hace las veces de perro de compañía y otras de dóberman, pero que ilustra muy bien la capacidad de la derecha de crispar el ambiente con alegatos ignominiosos, porque al fin y al cabo todo es susceptible de ser utilizado como metralla. Así es y así lleva lustros utilizando el terrorismo como estrategia de desgaste de todos los gobiernos socialistas, generando un binomio indisoluble capaz de cruzar los Pirineos o colarse en las aulas para sustentar la falacia. La excusa esta vez es la celebración, el 30 de enero, del Día Escolar de la No Violencia y la Paz. El tema a elegir podría haber sido la masacre de Gaza o los dos años de Guerra en Ucrania, ambos de plena actualidad, pero no, la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía ha elegido el que considera más rentable electoralmente y ha enviado una circular a los colegios “invitándoles a reflexionar sobre ETA y el reconocimiento de las víctimas del terrorismo”. La consejera Carmen del Pozo ha explicado, durante una entrevista en la radio pública andaluza, que una de las novedades del currículum andaluz es estudiar “el Estado de Derecho, la Constitución como garantía para la democracia y la libertad, el terrorismo de ETA y el reconocimiento de las víctimas a través de las figuras como la de Miguel Ángel Blanco”. Este anuncio se conocía casi a la par que el Gobierno central informaba de una inversión de 500 millones de euros para reforzar las matemáticas y la lectura en los colegios tras el revés del informe PISA. Pero la educación pública es un actor secundario para el PP, porque lo que verdaderamente le importa es agitar el tablero con una de sus piezas favoritas: ETA. ¡En menudo brete va a colocar la Junta a los docentes! ¿Qué clase de información se va a impartir al alumnado? ¿Se ofrecerá una información ecuánime o se ajustará al ideario del PP? ¿Habrá referencias a todas las víctimas llámense Gregorio Ordóñez, Ernest Lluch o Juan María Jáuregui o bien se centrarán exclusivamente en la figura del concejal del PP de Ermua? ¿Hablarán de las distintas asociaciones de víctimas del terrorismo o exclusivamente de la suya? ¿Se dará pábulo al eslogan “que te vote Txapote” cómo así ha sucedido en sus mítines o en fiestas de sus discípulos ignorando la repulsa de las víctimas del terrorismo? Y, por último, ¿habrá algún padre capaz de denunciar al centro o al profesor por adoctrinamiento? La bajeza del PP con este asunto es intolerable ¿Qué pasaría si un profesor/a decide saltarse las directrices de la Consejería y recuerda cuestiones algo más incomodas cómo fue la utilización por parte del PP de la Fundación de Miguel Ángel Blanco para financiar irregularmente sus campañas electorales? ¿Contaran que una vez un presidente del Gobierno rebautizó a los terroristas de ETA como “Movimiento Vasco de Liberación"? ¡Movimiento vasco de liberación! Nunca un presidente democrático se ha referido a los terroristas de ETA en esos términos como sí hizo José María Aznar cuando los etarras continuaban asesinando y secuestrando. Hay que precisar que Aznar, tras acercar a 574 presos a Euskadi, llegó a decir que estaba dispuesto “al perdón y la generosidad”, si ETA renunciaba definitivamente a las armas. Acabar con el terrorismo, lograr la paz, terminar con los atentados, fue una constante de todos los gobiernos democráticos incluidos los del PP. La hemeroteca, bendita herramienta no amortizada lo suficiente, nos recuerda que la derecha también ha hablado, dialogado y negociado no solo con la banda terrorista cuando le ha convenido, sino también con Herri Batasuna (por ejemplo, los presupuestos del Gobierno navarro en 1993) y luego, con Bildu. Tanto Javier Maroto como Borja Semper llegaron incluso a defender públicamente sus acuerdos con Bildu. Hoy no lo hacen porque el interés electoral está por encima del desgarro emocional de muchas víctimas y de aquellos que lo vivieron en primera línea. Y ya puestos a refrescar la memoria, ya que ellos no lo hacen, porqué no evocar los atentados terroristas del 11-M con más de 190 muertos o los perpetrados por la extrema derecha durante la no idílica transición como la matanza de Atocha en 1977, el secuestro y asesinato de la joven Yolanda González o el apuñalamiento del líder sindical Arturo Pajuelo. Muchos de estos asesinatos siguen sin resolverse. Es la doble vara de medir.