Con perspectiva sureña

Antonia Merino

La urnas las carga el diablo

Este domingo los andaluces estamos llamados a las urnas. A lo largo de dos semanas los candidatos y candidatas se han paseado por las calles de nuestros...

Este domingo los andaluces estamos llamados a las urnas. A lo largo de dos semanas los candidatos y candidatas se han paseado por las calles de nuestros pueblos y ciudades mostrando la mejor de sus sonrisas y pidiendo el voto. Si en los anteriores comicios la sorpresa la dio la extrema derecha que por primera vez en nuestra democracia entraba en un parlamento con nombre propio (no olvidemos que VOX es una escisión del PP), en esta convocatoria una de las grandes incógnitas es si formará parte o no de un gobierno de Juan M. Moreno Bonilla, tal y como apuntan los sondeos. VOX es el partido ultra que pese a su ideología (de naturaleza neofascista), ha recibido la aquiescencia de buena parte de las élites de este país y medios de comunicación que se han encargado de pasarle una doble pátina democrática a sus líderes y lideresas. Sus propuestas tan sencillas como tramposas y sus discursos llenos de demagogia y basados en puras falsedades han calado más allá de los barrios pudientes de nuestros municipios. La ultraderecha ha roto la solidaridad de la clase obrera: desde el albañil pasando por la cajera de un súper pueden ser factibles votantes de VOX. Llegaron agitando la política del miedo y convenciendo a la gente que no tiene para pagarse un seguro sanitario de las bondades de privatizar la Seguridad Social, de rechazar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o de seguir financiado colegios privados en detrimento de los públicos y parece que no les va mal. Ni siquiera necesitan de un programa electoral porque su discurso ramplón empapa como la lluvia fina. Por mucho que intentemos analizar cada una de sus propuestas (tampoco llevaría mucho rato), el votante férreo lo defenderá a capa y espada; incluso aunque se demuestra que cuando tienen un poco de poder hacen lo contrario a lo que prometen y dan la espalda a los trabajadores. Salvo sorpresas, VOX aspira a estar en el gobierno andaluz. A escasos cuatro días de las elecciones, ¿volveremos a ver a Juan M. Moreno Bonilla negociando tras los visillos con la extrema derecha o lo hará, esta vez, a cara descubierta? No olvidemos que el candidato de los populares fue presidente de la Junta de Andalucía gracias a los votos de VOX. Si los necesita, no encontrará impedimento alguno para formar un gobierno con su aval y si es necesario asumirá como suyo su lenguaje ultra. Lo hemos visto en Murcia, Madrid o en Castilla y León donde ya se habla, por ejemplo, de violencia intrafamiliar, sin distinción de género ni de parentesco o de la inmigración "ordenada y legal". Si en ese relato se introduce, además, la idea de que los parados y los pobres son parásitos, es presumible que cuando se decidan recortes en las prestaciones, no encuentren resistencia alguna. Será verdad qué las urnas las carga el diablo.